Cambio climático
Persuasión amistosa
A la hora de abordar un tema polémico en momentos de encono, Citizens' Climate Lobby aporta un enfoque imparcial a las labores de sensibilización.
Con la vida de Marshall Saunders podría hacerse una película de acción. Nacido en Texas, disfrutó de una exitosa carrera como corredor de bienes raíces. Pero antes de eso, trabajó como bombero paracaidista en el noroeste de Estados Unidos y sirvió en la Marina de dicho país. Fue entonces cuando, en una misión a Haití, vio por primera vez la pobreza extrema.
Más adelante, Saunders profundizó en la vida y la obra de Gandhi y aprendió sobre la persistencia, el respeto por los demás y lo que él describe como "la ausencia de fuerza". Como él lo explica: "La fuerza es algo que, a la larga, simplemente no funciona. Tan pronto como derrotas a alguien, te haces un enemigo. La verdad y la no violencia: satyagraha, es la forma más rápida de lograr algo. Lo aprendí de Gandhi, aunque Rotary también influyó en eso".
Nuestra serie de artículos sobre el cambio clímático
Los rotarios entienden que el mundo entero es su hogar. Ellos pueden ver los efectos del cambio climático en las comunidades por las que se interesan y no han esperado para tomar acción. Ellos abordan este problema del modo que lo hacen siempre: proponiendo proyectos, usando sus conexiones para cambiar políticas y planificando para el futuro.
Lee los artículos de nuestra serie para ver:
Estas lecciones han permitido a Saunders avanzar en un tema aparentemente insoluble: el cambio climático. "Lo que ha sido capaz de lograr es asombroso", afirma Scott Leckman, gobernador del Distrito 5420 (Utah), que conoce a Saunders desde hace años. "Él es una de las mejores personas del planeta".
En las últimas semanas del año 2018, se presentó en la Cámara de Representantes de EE.UU. un proyecto de ley destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Su principal impulsor, el demócrata de Florida Ted Deutch, había estado llamando la atención sobre la amenaza que el aumento del nivel del mar representaba para su estado.
El proyecto de ley representaba una década de esfuerzos para elaborar legislación que abordara el cambio climático y contara con el apoyo de legisladores demócratas y republicanos; entre otros patrocinadores se encontraban Francis Rooney y Brian Fitzpatrick, representantes republicanos de Florida y Pensilvania, respectivamente. En un acto celebrado dos semanas antes de Navidad, el representante John Delaney, demócrata de Maryland y otro de los copatrocinadores del proyecto de ley, se puso de pie para saludar a algunos "idealistas pragmáticos" por su ayuda al proyecto de ley.
Delaney comentó que el Citizens’ Climate Lobby (Ciudadanos por un Clima Vivible o CCL por sus siglas en inglés) es "el grupo de personas más efectivo y agradable con el que he tratado desde que estoy en el Capitolio". Él alabó a sus miembros por su optimismo, su ética de trabajo, su actitud positiva, su sentido de propósito común y su celo. "Desearía poder copiar su ADN y emplearlo para solucionar los demás retos que afronta el país en este momento", dijo.
Y la persona que está detrás del CCL es Marshall Saunders.
Saunders se afilió al Club Rotario de Coronado, California, en 1985. Aunque lo abandonó en el año 2000 por razones personales, el espíritu del Rotary sigue siendo fundamental en su misión y sus métodos. Saunders y Leckman se conocieron cuando Saunders promocionaba la microfinanciación en México y América Central. Él trabajó con clubes rotarios centroamericanos y estadounidenses para establecer pequeños bancos en los pueblos que luego conceden microcréditos a los emprendedores locales. (La revista The Rotarian dedicó un artículo a su labor en su número de junio de 1994.)
En 2006, Saunders fue a ver la película de Al Gore Una verdad incómoda, que documentaba la amenaza que representaba el cambio climático. Saunders recuerda que la película le causó una gran impresión. “Una semana después volví a verla y volví a sentir el mismo efecto. Luego la vi por tercera vez con amigos, así que la vi tres veces en diez días".
Saunders, quien ya había dedicado mucha energía y fondos propios a las labores humanitarias, se vio impulsado a tomar acción. Existía un peligro real de que todas nuestras buenas acciones fueran en vano", dice Leckman.
Cuando Saunders supo que Gore estaba entrenando a personas para realizar presentaciones con las diapositivas que se mostraban en la película, "No descansé hasta que me eligieron". Él completó los tres días de entrenamiento con el compromiso de dar 10 charlas al año. "Y, ¿cómo no?, empecé a llamar a los clubes rotarios", explica Saunders. "Yo conocía clubes en todo el distrito. Pronto estaba realizando una presentación a la semana".
Él complementó sus apariciones en los clubes rotarios con charlas en escuelas, iglesias y otros lugares. En una comunidad de jubilados de Rancho Bernardo, dos mujeres le hicieron una pregunta directa: "¿Qué debemos hacer?".
La primera reunión de lo que se convertiría en el CCL tuvo lugar en San Diego en octubre de 2007. Veintinueve personas se presentaron y acordaron reunirse con los representantes ante el Congreso de Estados Unidos de cinco distritos del sur de California para discutir el cambio climático. Pero Saunders tenía en mente un método novedoso. Él comentó al grupo: "No vayan a verlos hasta que no hayan encontrado algo que les guste sobre sus representantes".
A medida que la organización perfeccionaba su enfoque característico: enfocado, optimista, agradecido, íntegro y no partidista, Saunders se dirigió a un viejo amigo, Mark Reynolds, y le explicó su plan de crear un grupo de voluntarios para cabildear en el Congreso. Reynolds se mostró escéptico: "¿Quieres combinar el clima y el Congreso, dos de las cosas más retorcidas que hay? Esa es la idea más tonta que he escuchado en mi vida".
Saunders persistió. Reynolds, preocupado por el futuro de sus tres hijos y por cómo estos algún día podrían culpar a su padre por no dar un paso adelante, decidió tomar una permiso para ausentarse de su trabajo dirigiendo seminarios de productividad en empresas de la lista Fortune 500. "Pensé que le dedicaría seis meses a esto y después volvería a mi trabajo habitual con la conciencia tranquila y sabiendo que había cumplido con mi parte".
En marzo de 2009, Saunders y Reynolds hicieron su primer viaje a Washington, D.C., para impulsar una ley que abordara el cambio climático. Se les unió Danny Richter, candidato a doctorado en el Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego. "Nuestro primer día en el Capitolio fue absolutamente terrible", recuerda Reynolds. "A donde quiera que fuéramos nos decían: 'Gracias por venir, pero que no se les ocurra volver a aparecer en nuestra puerta' ".
Los tres volvieron al día siguiente. "Yo sabía que no podía ir peor", dice Reynolds, solo que esta vez, en lugar de cabildear abiertamente, se propusieron encontrar puntos en común con los asistentes de los congresistas que encontraron. La estrategia funcionó. "Ese día, todas nuestras reuniones fueron increíbles", recuerda Saunders. "Y eso me asustó. Me di cuenta de que esto podría funcionar."
Cuando regresó a casa, Reynolds le hizo saber a sus empleadores que no volvería a su trabajo y hoy en día es el director ejecutivo del CCL. Mientras tanto, Richter, tras obtener su doctorado, haber realizado investigaciones científicas en múltiples continentes, y servir cinco años como voluntario del CCL, hoy es vicepresidente de asuntos gubernamentales de la organización.
A medida que el número de voluntarios crecía, Saunders hubo de determinar exactamente qué tipo de legislación deseaban impulsar. La organización había experimentado con varias estrategias como, por ejemplo, abogar por normas estrictas sobre las emisiones de los tubos de escape, "cap and trade" o códigos de construcción eficientes desde el punto de vista energético, cuando recibió una llamada de Tom Stokes, un experto en medioambiente que se preparaba para informar a los miembros del Congreso sobre algo llamado "cuota y dividendo del carbono".
Saunders asistió a la sesión informativa, en la que participó un grupo de pesos pesados del cambio climático, incluido James Hansen, cuyos estudios sobre las condiciones atmosféricas en Venus le llevaron a convertirse en uno de los primeros científicos en documentar el aumento de las temperaturas en la Tierra (hoy en día Hansen forma parte del consejo asesor del CCL).
La tasa y el dividendo de carbono, la base de la Ley de Innovación Energética y Dividendos de Carbono presentada en el Congreso a finales del año pasado, es relativamente simple de explicar: Prevé una tasa de 15 dólares por tonelada métrica de gas de efecto invernadero generada por combustibles fósiles. La tasa aumentaría en 10 dólares cada año, y se impondría, para usar la frase de la CCL, "aguas arriba". Es decir, se recaudaría de las empresas que producen o importan combustible fósil lo más cerca posible del punto en que dicho combustible entra en la economía, por ejemplo, en un pozo petrolífero, en una mina o en un puerto.
Las tasas recaudadas se depositarían en un fondo que pagaría dividendos mensuales a los hogares estadounidenses, ayudando así a compensar el aumento de los costos que los ciudadanos encontraría en la gasolinera y en otros lugares (el CCL estima que alrededor del 60 por ciento de los hogares recibirían más en dividendos de lo que pagarían en precios más altos). El resultado neto, según el proyecto de ley de la Cámara de Representantes, "fomentaría la innovación impulsada por el mercado en el campo de las energías limpias y ... reduciría la contaminación".
"Por primera vez sentí que había encontrado una solución que estaba a la altura del problema", comenta Saunders.
Habiendo adoptado la tasa y el dividendo del carbono, el CCL se centró en persuadir a otros para que apoyaran esa solución. Sus voluntarios escribieron miles de cartas a periódicos y cientos de artículos de opinión, así como decenas de miles de cartas a políticos y responsables de la formulación de políticas. En sus conferencias que se celebran dos veces al año, los miembros visitan a legisladores y sus ayudantes en el Capitolio. El pasado mes de junio, 1348 voluntarios del CCL celebraron 512 de estas reuniones y en noviembre volvieron al Capitolio para asistir a la segunda conferencia, armados con comentarios e información específica sobre lo tratado en las visitas anteriores.
A finales de diciembre, los senadores demócratas y republicanos presentaron su propia versión de la Ley de Innovación Energética y Dividendos de Carbono, coronando lo que Saunders denomina "un año memorable". Los políticos de ambos partidos habían finalmente encontrado una base común desde la cual abordar el cambio climático.
Hoy en día, el CCL cuenta con más de 500 filiales y más de 120 000 voluntarios, algunos de los más eficaces se unieron después de escuchar a Saunders en los clubes rotarios. "Esas son las personas con las que quiero conectar", dice. "En los clubes rotarios te encuentras con gente muy buena".
Uno de esos rotarios es Peter Garrett, hidrogeólogo nacido en Nigeria, educado en la Universidad Johns Hopkins y presidente electo del Club Rotario de Waterville, Maine. "Nuestros hijos van a tener que pagar por esto", dice. "Sé que Rotary se mantiene al margen de la política. Pero el cambio climático no es un tema político. Como la lluvia, cae sobre los buenos y los malos por igual. Así que sería conveniente que Rotary se involucrase en este asunto que afecta al mundo entero".
Garrett, quien coordina la labor del CCL en Maine, insta a sus compañeros rotarios a utilizar La Prueba Cuádruple para examinar los problemas que plantea el cambio climático. ¿Es verdad? pregunta. En lo que a él respecta, los científicos han eliminado cualquier duda sobre su existencia y su posible impacto. ¿Es equitativo? Absolutamente no, dice, especialmente "si vives en una isla de baja altitud o en un país africano susceptible a la sequía, o si eres un pescador de langostas cuyo sustento se ve amenazado porque el agua está demasiado caliente". Resuelve esos problemas, dice, y la buena voluntad, las mejores amistades y los resultados beneficiosos seguirán naturalmente.
Otro voluntario del CCL es es el financiero retirado de Wall Street y gestor de riesgos Grant Couch, que reparte su tiempo entre Florida y Colorado, donde es socio del Club Rotario de Boulder. De ideología conservadora en materia fiscal, pero no afiliado a ningún partido político, dice que el mensaje del grupo le convenció "Pero lo que lo realmente me llegó al corazón fue su método", explica. “Ellos no ven enemigos en ninguna parte y esto me convenció para dedicarme en cuerpo y alma a este propósito".
A medida que se fue involucrando con el CCL, Couch cofundó un caucus conservador en la organización y trabajó para que se involucraran más conservadores. "También enseño a mis hermanos y hermanas progresistas la mejor manera de hablar con los conservadores", explica, y vigila los mensajes del CCL para asegurarse de que no sean partidistas. "Como Rotary", indica, el CCL "necesita ser apolítico. Esa es la única manera de asegurar que podamos emprender conversaciones productivas".
Karen Kendrick-Hands, voluntaria del CCL y socia del Club Rotario de Madison, Wisconsin, es cofundadora y expresidenta del Grupo de Acción de Rotary de Sostenibilidad Ambiental. Kendrick-Hands fue la primera observadora de Rotary ante el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, que se reunió en Polonia en diciembre para coincidir con la Conferencia sobre el Cambio Climático de Katowice, en la que se definieron las normas para la aplicación del Acuerdo de París.
"La gente quiere hablar de soluciones", dice. "Si no acertamos con el cambio climático, no importa lo que hagamos en nuestras áreas de interés".