Más de un año después de los dos fuertes terremotos que sacudieron Turquía, las labores de socorro de Rotary siguen siendo para muchos un camino para rehacer sus vidas
Eran poco más de las 4 de la madrugada cuando Ferit Binzet finalmente se quedó dormido. Durante toda la noche, uno de sus gatos no dejaba de maullar y pasearse por su apartamento de la ciudad de Adıyaman, en el sureste de Turquía. Ahora que lo piensa, era como si el inquieto animal supiera que esa noche pasaría algo.
A las 4:17 de la madrugada, Binzet también lo supo.
Unos fuertes estampidos les despertaron a él y a su mujer. Las paredes del cuarto de baño estallaron en el pasillo. La cocina se derrumbó. El edificio se tambaleó. Binzet le suplicaba a Dios.
"Por favor, no te lleves mi alma".
Sintoniza el podcast Rotary Voices y viaja junto a los reporteros JP Swenson y Hannah Shaw para conocer historias de pérdida y esperanza en la zona del terremoto de Turquía. No te pierdas esta serie de dos episodios, publicada el 11 de noviembre en on.rotary.org/podcast (solo en inglés)
Salieron corriendo de su hogar en ruinas en medio de un intenso y frío aguacero, solo para mirar hacia atrás y ver al hermano de Binzet, que vivía con ellos en ese momento, mirando por una ventana, inmóvil. Olas de escombros de hormigón rodaban por las calles. Los edificios se balanceaban y caían. Los gritos se entremezclaban con el estruendo de la lluvia que golpeaba el pavimento.
Tras 85 segundos de terror, la tierra se detuvo.
Binzet volvió al interior del edificio en ruinas. Sacó a su hermano de su aturdimiento. "No podemos irnos sin los gatos", le suplicó su mujer, Mehtap Bostancı Binzet. Buscaron entre el polvo y los escombros, encontraron a sus dos gatos y dejaron su hogar por última vez.
‘Una cascada de rupturas’ y un plan de ayuda
Turquía es conocida por sus devastadores terremotos. El país se encuentra en la confluencia de tres grandes placas tectónicas, con una cuarta, más pequeña, apretada entre las otras. (Los científicos utilizan la analogía de pellizcar una semilla de sandía entre los dedos y ver cómo sale disparada). Aun así, con una magnitud de 7,8, el terremoto del 6 de febrero de 2023, fue el más fuerte sacudió el país en más de 80 años.
Su epicentro se situó cerca de Kahramanmaraş, en el centro-sur de Turquía, cerca de la frontera con Siria y a unos 120 kilómetros de Adıyaman. Lo que los científicos denominaron una "cascada de rupturas" desgarró las rocas de la Falla de Anatolia Oriental en ambas direcciones a lo largo de 305 kilómetros, desplazando la tierra más de 7 metros en algunos lugares. Nueve horas más tarde, un segundo sismo de magnitud similar, 7,5, sacudió el norte de la ciudad en lo que los sismólogos denominan un "doblete", agravando los daños.
Millones de personas quedaron sin hogar tras los terremotos que sacudieron Turquía y Siria en febrero de 2023.
Según algunas estimaciones, hasta 9,1 millones de personas se vieron directamente afectadas. Entre Turquía y Siria, los sismos dejaron más de 50 000 muertos, más de 100 000 heridos y varios millones de personas sin hogar.
Se sintieron temblores lejos del epicentro, en Egipto, Grecia, Armenia e Irak. El primer temblor despertó esa mañana a Emre Öztürk, entonces gobernador del Distrito 2430 de Rotary, en su casa de Ankara, a unos 480 kilómetros de distancia. En cuestión de horas, él y los otros dos gobernadores turcos, Suat Baysan, del Distrito 2420, y Serdar Durusüt, del Distrito 2440, se comunicaron por videollamada para comenzar a organizar una respuesta. "Lo primero que hicimos fue encender la televisión y tratar de entender lo que había pasado", dice Baysan. "Y enseguida nos dimos cuenta de la magnitud del terremoto".
Esa misma mañana, esbozaron un plan de tres vertientes que se convertiría en una iniciativa de ayuda mundial por un monto de varios millones de dólares: satisfacer las necesidades inmediatas de emergencia, proporcionar refugio en forma de ciudades de contenedores y satisfacer las necesidades de todo tipo a largo plazo, desde el tratamiento del agua hasta la educación de los niños.
A lo largo del día, Öztürk, cuyo distrito abarca la zona afectada, llamó a los presidentes de los clubes rotarios y a los integrantes del equipo distrital que vivían allí. Se enteró de que algunos amigos rotarios estaban atrapados bajo los escombros. Seis rotarios y rotaractianos murieron en el terremoto.
Una de sus llamadas fue a Binzet, que entonces era presidente del Club Rotario de Adıyaman-Nemrut y se convertiría en un colaborador clave en las labores de socorro a pesar de sus propias pérdidas personales, que solo había empezado a calcular.
Pérdida y supervivencia
Binzet, videoperiodista del canal de noticias turco NTV, grabó con su teléfono móvil las secuelas del terremoto mientras él y su familia salían de entre los escombros. Tres de cada cinco edificios de su barrio se habían derrumbado. De los escombros salían gritos ahogados: Sálvennos. Rescátennos. No podemos respirar.
A primera hora de la tarde, él y su hermano fueron a ver cómo estaba su madre. Estaban especialmente preocupados por ella porque padecía Alzheimer. La puerta estaba abierta. Su enfermera se había marchado y la encontraron dentro de su hogar, confusa. "Estoy mareada", les dijo. "¿Qué pasa?" Los dos la instaron a salir, pero en su confusión no parecía comprender la situación y se negó. A las 13:24 se produjo el segundo terremoto. Binzet salió corriendo mientras un edificio cercano se derrumbaba. El hermano de Binzet saltó desde un balcón justo antes de que la plataforma se desplomara. (Su madre, que seguía en el edificio, sobrevivió a ese segundo sismo, pero tiempo después falleció).
Los edificios debilitados por el primer terremoto fueron rápidamente derribados por el segundo. "Fue como una película de terror", recuerda Binzet. La gente estaba recogiendo objetos personales de sus casas cuando se produjo el segundo terremoto. Otros que habían quedado atrapados desde la mañana por los escombros o, en algunos casos, por las verjas de acero de sus puertas, fueron aplastados por la tarde. Uno de los primos de Binzet fue rescatado por la mañana, pero murió de un ataque al corazón por la tarde, cuando un edificio se derrumbó cerca de él.
En total, Binzet perdió a 41 familiares, una cifra inimaginable. Con el tiempo lo sentiría especialmente durante las fiestas como el Ramadán, cuando solía visitar 15 o 20 hogares de su extensa familia. Tras la catástrofe, ese paseo antes alegre se redujo a solo dos hogares. En una entrevista, más de un año después, llora al pensarlo y añade: "Aquí no tenemos a nadie. Todos nuestros parientes han muerto".
Pero en aquellos días posteriores a los terremotos, centró sus esfuerzos en sobrevivir. No había comida ni electricidad. Desesperada, la gente había vaciado los estantes de los mercados en cuestión de horas. Aquella primera noche fría, todos se quedaron en las calles a oscuras, durmiendo en cualquier refugio que encontraban. Binzet y otras seis personas se turnaron para dormir en el automóvil de su cuñado.
Mientras grababa escenas con su cámara, entró en un gimnasio donde parecía que la gente se había refugiado. Grabó un video de una sala oscura llena de gente bajo mantas. "¿Por qué hay gente tirada en el suelo?", preguntó al guardia de seguridad. "Son cadáveres", responde el guardia. Binzet se desmayó.
Rotary se moviliza
Al difundirse la noticia de la devastación en el sur de Turquía, los clubes rotarios de otras partes del país sintieron la urgencia por hacer algo. "Querían enviar cosas de inmediato", asegura Baysan, "pero si lo haces, ¿hay alguien que las reciba, las distribuya, se asegure de que lleguen a las personas adecuadas?". Al día siguiente de los terremotos, él, Öztürk y Durusüt se reunieron con los clubes de sus distritos y esbozaron su plan.
Rápidamente establecieron centros de ayuda en seis ciudades gravemente afectadas. Los socios de los clubes rotarios asignados coordinaron los centros, determinando las necesidades de los residentes y transmitiéndolas para que los donantes pudieran enviar los suministros adecuados. Los clubes rotarios, Rotaract e Interact de los tres distritos enviaron más de 200 camiones de suministros de emergencia, incluidos alimentos, agua, generadores, calefactores, pañales, toallas sanitarias, combustible, juguetes y bolsas para cadáveres.
"Toda la familia de Rotary en Turquía actuó como una sola entidad", afirma Öztürk. "Usamos todo nuestro poder, toda nuestra colaboración, para ofrecer algo de alivio a las víctimas del terremoto".
El día de los terremotos, las temperaturas eran de solo 3 grados Celsius en el epicentro, y en los días siguientes cayeron por debajo del punto de congelación. Las lluvias se convirtieron en tormentas de nieve en algunas zonas, y los supervivientes hubieron de combatir la sensación térmica y la hipotermia. El Distrito 2440 disponía de tiendas de campaña y estableció de inmediato una ciudad de tiendas en İskenderun, en la costa mediterránea, que los rotarios administraron durante más de un mes antes de que la agencia de desastres del país se hiciera cargo de ella. "Fuimos la primera organización no gubernamental que estuvo presente en esa región", afirma Baysan. Rápidamente le siguieron ciudades de tiendas de campaña en Adıyaman y Kırıkhan. Los clubes rotarios colaboraron con ShelterBox, aliado de Rotary en casos de desastre, para distribuir más de 2500 tiendas de campaña y desempeñaron un papel fundamental en las labores de socorro de dicha organización al presentarlos ante los líderes locales.
Öztürk pasó los 40 días siguientes yendo y viniendo entre las tres ciudades de tiendas de campaña, los seis centros de coordinación y su casa de Ankara para informar de lo que veía y planificar los pasos futuros. Baysan y Durusüt también viajaron a las zonas afectadas para comprobar las necesidades y ayudar a los damnificados.
Mientras tanto, los socios de Rotary a nivel mundial se movilizaron para apoyar las labores de apoyo. Pocas horas después de los terremotos, Jennifer Jones, entonces presidenta de Rotary International, activó las labores de respuesta ante catástrofes de Rotary y, en el transcurso de una semana, Rotary estableció un fondo especial que recibió más de 2,7 millones de dólares en contribuciones. Además, se utilizaron subvenciones globales de La Fundación Rotaria por un total de 1,4 millones de dólares. Los proyectos se limitaron a Turquía, ya que Rotary no cuenta con clubes en Siria, donde los terremotos agravaron una crisis humanitaria desencadenada por más de una década de guerra civil.
De todo el mundo rotario llegó ayuda vital y donaciones directas, y también voluntarios. Un rotario y médico de Indonesia envió un mensaje de texto a Öztürk: "Voy con suministros médicos y estaré allí en dos días". El médico vivió en una de las ciudades de tiendas de campaña durante semanas mientras atendía a personas.
Cambiar el destino de una ciudad
Hoy, en Adıyaman, los niños montan en bicicleta y juegan por las calles, se oyen conversaciones en torno a aromáticos platos de kebab y la melódica llamada musulmana a la oración crepita por los altavoces cinco veces al día. Pero aunque la vida continúa en muchos aspectos, en otros el tiempo parece haberse detenido, como la torre del reloj que se alza en el centro de la ciudad, con sus cuatro caras congeladas a las 4:17, el momento en que se produjo el primer terremoto.
En cifras
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USD 2,7 millones
Contribuciones a un fondo de ayuda para catástrofes a través de La Fundación Rotaria
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USD 1,4 millones
Subvenciones globales dedicadas a dar respuesta al terremoto
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+ de 50 000
Personas fallecidas a causa del terremoto
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Millones
Desplazados o sin hogar
Antes de la catástrofe, Adıyaman era conocida por su mezcla de yacimientos arqueológicos y arquitectura moderna, sus impresionantes paisajes naturales, sus albaricoques y pistachos. Ahora, las montañas que antes quedaban ocultas a la vista por los imponentes edificios vuelven a servir de telón de fondo de la ciudad. Edificios destruidos y negocios abandonados asoman junto a extensos campos de escombros. Grúas recuerdan constantemente que Adıyaman se encuentra en un largo periodo de transición.
Los rotarios de toda la región conocen Adıyaman. Su provincia es la sede de un proyecto anual en el que acompañan a personas con discapacidades en una excursión al Monte Nemrut. Este monte, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, alberga colosales cabezas de piedra y estatuas en la tumba de un gobernante del siglo I a.C. de un reino greco-persa. Las labores de socorro de Rotary se centraron aquí y en la provincia de Hatay, en la costa mediterránea, lugares con muchos daños y una fuerte cultura rotaria. "Un club rotario puede cambiar el destino de una ciudad", afirma Öztürk. "Si no tuviéramos clubes rotarios en Adıyaman y Hatay, probablemente no habríamos podido entregar tanta ayuda".
También hay que agradecer el "efecto Ferit", manifiesta de Binzet. "Siempre estaba sobre el terreno y conocía las necesidades", afirma Öztürk. "La ciudad de Adıyaman debería erigirle una estatua".
Binzet nació en Adıyaman y ha vivido allí toda su vida. Se afilió a Rotary en 2008. Como periodista, Binzet tenía la capacidad de comunicación y el alcance necesarios para abogar por la ciudad. En los primeros días después de los terremotos, por ejemplo, tomó un video de un inodoro desbordado de residuos y productos de higiene menstrual. Tras la emisión en las noticias, personas de toda la región enviaron productos menstruales. "Es un comunicador nato", señala Baysan.
Su esposa, Mehtap, fotógrafa y diseñadora, se afilió al Club Rotario de Adıyaman-Nemrut poco después de los terremotos y fue presidenta del club en 2023-2024.
Adıyaman se convirtió en la ubicación de una de las cuatro ciudades de contenedores a las que los socios de Rotary contribuyeron en la región afectada, la segunda vertiente de sus planes. En total, las donaciones de los rotarios proporcionaron 350 de estas pequeñas casas prefabricadas. La ciudad temporal situada en el extremo norte de Adıyaman incluye dos calles de casas patrocinadas por Rotary: la calle Imagina y la calle Esperanza.
Los contenedores modificados, dispuestos en hileras estrechas, ofrecen espacio suficiente para lo esencial, como aseos, duchas, utensilios de cocina, camas y aire acondicionado, además de comodidades como televisores, porches y jardines.
Sadet Pişirici, de 74 años, vive sola en un contenedor proporcionado por Rotary. Antes de los terremotos, llevaba una "vida normal", dice. Sus esperanzas coinciden con las de los supervivientes de toda Turquía: quiere que sus nietos vayan a la escuela y se conviertan en ciudadanos activos. Quiere mantener su salud para poder seguir caminando y disfrutando de la vida.
Junto con los otros cientos de residentes de esta ciudad de contenedores, Pişirici se beneficia del hospital de campaña de Rotary, a poca distancia de su casa. El hospital funciona desde abril de 2023 y atiende a unos 200 pacientes cada día. Cuenta con su propio generador, una ambulancia, dispositivos de monitorización y ecografía, un laboratorio de análisis de sangre y una ducha que los médicos pueden utilizar entre turnos.
Hoy, el médico jefe Mesut Kocadayı se sienta con un paciente rodeado por las paredes de lona blanca del hospital. Trabajando como médico en la ciudad, empezó a tratar a sus compañeros supervivientes entre los escombros inmediatamente después de escapar de su propia casa.
Los supervivientes sufrieron heridas importantes y muchos necesitaron amputaciones. El sistema sanitario se colapsó momentáneamente cuando la ciudad luchaba incluso por enterrar a sus muertos. Pero otros trabajadores de la salud viajaron a Adıyaman desde lugares como China o Suecia para ayudar.
"Los primeros tres o cuatro días fueron los más difíciles porque no había electricidad, agua ni calefacción", señala Kocadayı. La gente perdió el apetito, padeció sarna y enfermedades gastrointestinales y soportó malas condiciones higiénicas. Algunas lesiones durarán toda la vida.
Construir un jardín de infancia
La catástrofe afectó a casi todos los aspectos de la vida cotidiana, lo cual se refleja en la variedad de proyectos que los socios de Rotary han apoyado: construcción de plantas potabilizadoras de agua, suministro de plantones y entrega de vacas a los agricultores, apertura de una clínica veterinaria. "Rotary ha realizado una gran labor aquí", afirma Baysan. "La gente se esfuerza por reconstruir y rehacer sus vidas. Me alegra mucho verlo".
Pero al analizar los resultados de la tercera vertiente del plan de respuesta de los rotarios -proyectos sostenibles a largo plazo-, un jardín de infancia podría ser el lugar más apropiado para empezar.
Tras la destrucción de un jardín de infancia en Adıyaman, los fondos aportados por rotarios japoneses permitieron construir una nueva escuela desde cero.
En una visita guiada, un grupo de rotarios saluda a la directora de la escuela, Zeliha Özlem Atlı, con un caluroso "merhaba" al acercarse a la entrada. Los adornos de una fiesta reciente aún cuelgan entre juguetes y sillas de tamaño infantil. El objetivo de la directora es hacer de este jardín de infancia el mejor de Adıyaman.
Ha hecho grandes progresos. "Los niños necesitaban materiales como juguetes y libros", menciona. "Con el apoyo de Rotary, lo consiguieron todo". La escuela está en las afueras de la ciudad. Dice que nadie puede creer que haya una escuela tan bonita en la zona.
"Mi primer proyecto es llevarles al teatro y al cine", manifiesta, y explica que muchos estudiantes nunca han ido. "Luego, quiero llevarlos a otras ciudades, porque solo han visto Adıyaman".
Para Atlı, esta escuela es una familia. "Los profesores también tienen traumas; algunos siguen viviendo en contenedores", manifiesta. "Nos apoyamos unos a otros como una familia. No usamos la palabra colega. Aquí no soy la directora. Soy la hermana mayor".
Atlı cuenta que los chicos se encuentran en una situación mucho mejor que hace un año. Todas las mañanas abrazan a sus profesores, que se han convertido en sus modelos a seguir. La mayoría de los niños, dice, quieren ser profesores algún día.
Gatos callejeros y recuerdos
Mehtap y Ferit Binzet salen de su automóvil y se adentran en la quietud de su antiguo barrio. La familiar llamada a la oración zumba desde el altavoz de una mezquita lejana, cuyo único competidor es algún automóvil que pasa. Los escombros de su antiguo apartamento siguen en la calle, donde permanecerá hasta que la ciudad los recoja.
Este fue el edificio al que se mudaron hace 13 años después de casarse, pero algún día se borrarán los trozos que quedan de él. "Todos mis recuerdos están aquí", comenta Ferit Binzet.
El hormigón y el cristal crujen bajo sus pies. Llaman a uno de los gatos callejeros que cuidaban antes de los terremotos. "¡Gece!" El gato, cuyo nombre significa "noche", aparece obediente.
Tras los terremotos, ambos buscaron ayuda para superar su trauma emocional. Su terapeuta les recomendó sustituir los recuerdos dolorosos por otros positivos. Eso es lo que les lleva a su antigua casa cada dos días, cuando vienen a dar de comer a los gatos callejeros. Ayuda, pero es duro. "Cada vez que vengo aquí, vuelvo a vivir ese día", asegura Mehtap Bostancı Binzet. "No es fácil".
Recuerdan la huida de la casa, el sonido del primer terremoto. Y sienten el dolor de otros que, como ellos, intentan sobrevivir. "Miremos donde miremos, recordamos a nuestros seres queridos. También sufrimos sus dolores".
Pero descubren que ayudar a los demás les ayuda a ellos. Su optimismo, su gratitud, se abren paso. "Gracias a Dios tenemos amigos en todo el mundo", apunta Ferit Binzet, mientras Gece observa desde un muro de cemento cercano. "Es mejor decir 'Gracias a Dios' que 'Ojalá'".
Este artículo se publicó originalmente en el número de noviembre de 2024 de la revista Rotary.
Una donación a La Fundación Rotaria destinada al Fondo de Respuesta ante Catástrofes ayuda a comunidades en crisis en todo el mundo.
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