Los lunes y miércoles Nathan Kim se levanta temprano y se pone su ropa favorita: su uniforme de trabajo.
Este joven de 20 años llega al YMCA de Northbrook, una localidad situada a las afueras de Chicago, Illinois, (EE.UU.), donde ficha, se pone un delantal y prepara las sillas y las mesas del Café Voca, cafetería situada en el vestíbulo de las instalaciones.
Él y su colega Daniel preparan la máquina de café y, listos ya para abrir, saludan a los clientes a medida que llegan.
"Me gusta trabajar en el Café Voca”, comenta Kim, "Hago café y chocolate". Después de atender a los clientes, les digo: "gracias y que tengan un buen día".
Kim participa en un programa de capacitación laboral para personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo, grupo con una tasa de empleo significativamente inferior a la del conjunto de la población activa. En el Café Voca, el cual es un proyecto del Club Rotario de Chicagoland Korean-Northbrook, él y otros tres jóvenes autistas han aprendido a asumir responsabilidades y a desarrollar las habilidades sociales que necesitarán para acceder a otros trabajos.
Para poner en marcha el proyecto, los socios del club consultaron las estadísticas del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, que mostraban que en 2019, alrededor del 20 % de las personas con una discapacidad estaban empleadas, en comparación con más del 60 % de las personas sin discapacidad (las tasas de empleo de ambos grupos cayeron durante la pandemia de COVID-19). Los rotarios también descubrieron que las personas con autismo suelen tener dificultades adicionales para encontrar trabajo debido a los trastornos de conducta que se pueden derivar del autismo.
En Estados Unidos, muchas escuelas secundarias ofrecen a los estudiantes con dispacidades recién graduados programas de transición que incluyen actividades de preparación para la vida y capacitación laboral. Pero para los inmigrantes que pueden enfrentarse a barreras lingüísticas, contar con círculos sociales limitados o sufrir de lo que la madre de Kim, Hyeok Choi, llama una "tendencia cultural a enfrentarse de forma pasiva" a la discapacidad de un hijo, encontrar información sobre esos programas puede suponer todo un reto.
Choi y su hijo dejaron Corea en 2001 para vivir con su marido, que estudiaba en Estados Unidos. Ella explica que Kim, al que se le diagnosticó autismo a los tres años y sufre una combinación de trastornos emocionales y de conducta, se enfrentó a la escasez de oportunidades de trabajo cuando terminó la enseñanza secundaria.
Ella supo del proyecto Café Voca en 2019 y pensó que era una gran oportunidad, ya que el YMCA no está lejos de la casa de la familia. Tras interesarse por el programa, Kim se incorporó a él en septiembre de 2021 como parte del primer grupo de aprendices.
En la cafetería, un instructor laboral capacitado enseña a Kim y a sus tres compañeros de trabajo a interactuar con los clientes, incluso a entablar conversaciones triviales con ellos. El instructor muestra empatía con los aprendices y adapta las lecciones a sus necesidades. El café y las demás bebidas son gratuitos, pero los clientes pueden dejar propinas y donativos.
Al cabo de solo dos meses de programa, Choi advirtió cambios en su hijo.
"Nathan es más sociable, más responsable y ahora tiene más autoestima y confianza en sí mismo", comenta. Cuando llega a casa después del trabajo, me habla de su día y me cuenta a cuántos clientes ha atendido y qué han bebido".
"Nathan nunca habla con extraños", explica. "Pero nunca huyó ni se escondió de los extraños en el Café Voca. Probablemente sea por el orgullo y el sentido de la responsabilidad que tiene por trabajar allí".
La idea del proyecto surgió después de que los socios del club rotario, fundado en 2008 por miembros de la comunidad coreana de la zona de Northbrook, escucharon una presentación de Wheat Mission, organización que atiende a personas coreano-americanas con discapacidades.
Ellos aprendieron sobre la falta de oportunidades de trabajo que mantiene a muchos adultos discapacitados en sus hogares y conocieron un programa del YMCA para personas con discapacidades. Fue entonces que decidieron colaborar con la organización para desarrollar el Café Voca.
El proyecto capacita a cuatro jóvenes a la vez, con nuevos grupos que comienzan tres veces al año. Los socios del club quieren ampliar el programa cuando dispongan de más fondos.
Wheat Mission y el YMCA ayudaron a captar el primer grupo de aprendices. Una organización sin ánimo de lucro llamada Autism Workforce proporcionó los instructores y planificó la formación, la cual incluye habilidades para la búsqueda de empleo y técnicas para la preparación de entrevistas. El YMCA habilitó el espacio de la cafetería y gestiona las instalaciones. Por su parte, todos los socios del club rotario planifican y dirigen el proyecto.
"Con la capacitación adecuada, las posibilidades son infinitas", comenta John Kim, presidente del Comité de Proyectos de Servicio del club.
El proyecto cuenta con la financiación proporcionada por una subvención global de La Fundación Rotaria, así como por el Club Rotario de Yeongju Moran de Corea, el Distrito 3630 de Corea y el Distrito 6440 de Illinois, quienes han recaudado colectivamente más de 60 000 dólares.
El Café Voca se inauguró en septiembre de 2021, un año después de lo previsto debido a la pandemia. En la celebración de la inauguración, los representantes de una cadena de supermercados local y de un grupo bancario se comprometieron a ofrecer oportunidades de trabajo a los graduados del programa.
Choi espera que más jóvenes puedan aprovechar las oportunidades que ofrece este proyecto.
"Si trabajas, puedes continuar relacionándote con la gente", concluye. "La capacitación profesional es el mayor avance que podemos ofrecer a un niño autista. Quiero que Nathan pueda conseguir un trabajo y vivir su vida gracias a este programa, y quiero que otros niños se beneficien de él y sean también más felices".