Minda Dentler, sobreviviente de la polio y triatetla Ironman, narra su propia historia.
Nací en 1978 en Bombay (India). Mi madre era soltera y trabajaba como empleada doméstica. A los seis meses de edad quedé paralizada de la cintura hacia abajo por la poliomielitis. Para una persona con discapacidad en India, las probabilidades de sobrevivir y llegar a cumplir 18 años son mínimas. Puesto que mi madre no me podía cuidar, decidió dejarme en un orfanato. No recuerdo mucho acerca de mis primeros años, pero sé que las condiciones eran primitivas. Yo no tenía esperanza alguna de llegar a ser una persona independiente y superar las secuelas de una terrible enfermedad totalmente prevenible.
Por ese entonces no tenía noción de la gran revolución en salud pública que se estaba viviendo en India en cuanto a la prevención contra la polio. Me refiero a la Iniciativa para la Erradicación Mundial de la Polio, gracias a la cual el número de casos de la polio se ha reducido en un 99.9% desde 1988. Sin embargo, como millones de otros niños en India, jamás recibí las dos gotas de la vacuna oral que me hubieran protegido contra el virus. En India, gozar de buena salud es primordial para tener acceso a las oportunidades socioeconómicas. Si tienes salud, puedes obtener un trabajo y casarte. Desafortunadamente, este simple ritual convencional estaba fuera de mi alcance. Sin embargo, una vez más, mi vida cambió irrevocablemente.
Cuando cumplí los tres años, Bruce y Ann Dentler me adoptaron y pasé a formar parte de su familia junto con sus dos hijos y un hijo adoptado de Corea en su hogar de Spokane, Washington (EE.UU.) para unirme a mis tres hermanos. Durante varios años me sometí a cirugías de cadera, piernas y espalda lo que me permitió caminar con soportes ortopédicos en las piernas y muletas. Puesto que mis padres tenían las mismas expectativas para todos sus hijos, me inculcaron que mi discapacidad no debía ser un obstáculo para hacer todo lo que quisiera en la vida. Tuve una infancia muy feliz.
Debido a mi espíritu competitivo, siempre participé en diversas actividades, desde el club de debate en la escuela a tocar el piano. Al terminar la secundaria, me mudé a Seattle para iniciar mis estudios de admnistración de empresas en la University of Washington. Mientras cursaba mis estudios universitarios, hice pasantías en la Casa Blanca y la IBM. También estudié en España, y recorrí Europa sola, con mis soportes ortopédicos y muletas. Después de graduarme, me mudé a Nueva York por razones de trabajo, obtuve mi MBA, me casé, y acutalmente trabajo en una compañía multinacional de seguros. Espero con mi ejemplo haber demostrado a la gente que una discapacidad no debiera ser un obstáculo para vivir una vida plena y productiva.
Fue entonces cuando conocí a Dick Traum, el primer amputado que completó la Maratón de Nueva York en 1976. Dick es el fundador de Achilles International, una organización sin fines de lucro que proporciona entrenamiento y apoyo gratuito a personas con discapacidades para facilitar su participación en eventos deportivos. Me regaló un triciclo impulsado a mano, alentándome a empezar mi entrenamiento para competir en una maratón. Esto me abrió un nuevo mundo de oportunidades, y en 2006 completé la maratón de de Nueva York en mi triciclo de manos.
Mi próximo desafío fue el Triatlón Ironman, una hazaña casi imposible para una atleta en silla de ruedas. Sin embargo, competí en mi primer Ironman en Louisville, Kentucky (EE.UU.), y logré clasificarme para el Ironman de 2012 en Kona, Hawái (EE.UU.).
El Ironman, la prueba más exigente del triatlón consta de 3.8 kilómetros de natación, 180 kilómetros de ciclismo (que hice en triciclo de manos), y 42 kilómetros de carrera (que realicé en silla de ruedas), con tiempos límites para finalizar cada etapa. Aunque no pude finalizar la porción de ciclismo en el tiempo requerido en el Ironman de Kona de 2012 , esto me motivó a esforzarme aún más para seguir el año siguiente.
En octubre de 2013, nuevamente me encontraba en la línea de partida del Ironman de Kona. Me propuse convertirme en la primera mujer de la historia en finalizar el Campeonato Mundial Ironman en triciclo de manos. De la misma manera en que mis padres esperaban que cumpliera con mis tareas al igual que mis hermanos, para el Ironman debía terminar el triatlón dentro de los mismos tiempos límites exigidos a los competidores sin discapacidades. Por haber clasificado me merecía estar en la línea de partida y competir al igual que los demás, pero el mero hecho de completar la carrera sería mucho más que una meta personal para mí.
"Seguía avanzando por los millones de sobrevivientes de la polio que nunca tendrían esta oportunidad. Cuando crucé la meta final, después de 14 horas y 39 minutos de carrera, estaba sobrecogida de la alegría y emoción. Era un final de cuento, había cumplido un sueño que parecía imposible de lograr".
Cada brazada que daba en el agua y cada giro de las ruedas de mi triciclo con el impulso de mis brazos fueron esfuerzos en honor a aquellos cuyas extremidades habían sido paralizadas por la polio.
Me mantuve al tanto de los esfuerzos de Rotary en pro de la erradicación de la polio, cuando tuve el honor de ser invitada a participar en el evento del Día Mundial contra la Polio de 2014. Desde entonces, sirvo en calidad de embajadora de Rotary contra la polio, y como tal trabajo a favor de la campaña Pongamos fin a la polio, papel que me brindó la oportunidad de regresar a India desde que dejé el país.
El año pasado visité India, país que muchos dijeron nunca podría erradicar la polio. Pero en contra de toda posibilidad, al igual que en mi primer Campenonato Mundial Ironman, India logró terminar con este mal, apesar de sus barriadas sobrepobladas con sistemas de saneamiento incipientes, los millones de personas que viven en la pobreza que sufren de desnutrición y un sistema inmunológico delibitado, no solo India logró la meta sino que el Sudeste Asiático fue declarado libre de polio en 2014.
Se trata de un logro de gran magnitud, sobre todo si se considera que hace menos de una década India reportaba casi la mitad de los casos de polio en el mundo. Sin embargo, este flagelo podría regresar al país si no se erradica en el resto del mundo. En mi viaje participé en una Jornada Nacional de Vacunación, durante la cual 172 millones de niños menores de cinco años fueron vacunados contra la polio.
Uno de los momentos más inolvidables para mí fue cuando conocí a Parveen, en el hospital de St. Stephen en Nueva Deli. Teníamos la misma edad, ambas éramos sobrevivientes de la polio, sin embargo, nuestras vidas eran completamente opuestas. Gracias a mi adopción pude disfrutar de una vida llena de privilegios. Ella, por otro lado, a los 37 años era analfabeta, sin recursos, y había sido una carga para su familia toda su vida.
"Rotary está cambiando el mundo, un niño y dos gotas de vacuna a la vez".
Fue desgarrador escuhar su historia, y como madre, quiero que mi hija y todos los niños del mundo, sin importar sus circunstancias, tengan la oportunidad de vivir una vida saludable, sin sufrir los devastadores efectos de esta enfermedad totalmente prevenible.
Pienso que he sido muy afortunada en mi vida. Después de tres años en un orfanato, fui adoptada por una familia llena de amor. Achilles International me regaló mi primer triciclo de manos en Nueva York. Tuve el apoyo de mi familia al momento de cruzar la meta final en el Ironman de Hawái. No obstante, espero que los lectores comprendan que ésta también es una historia de empoderamiento y voluntad personal.
Todos debemos tomar una importante decisión, bien si eres un sobreviviente de la polio, colaboras con los esfuerzos de erradiación, o incluso te sorprende saber que la polio es todavía una amenaza. Nosotros podemos podemos optar por vacunar a nuestros hijos y asegurarnos de que otros padres en nuestra comunidad hagan lo mismo. A mí me consta lo que se significa no recibir esta vacuna que puede cambiar tu vida, ya que lo ví en mi infancia. Durante mi visita, tuve también la oportunidad de conocer a Ruhsar Khatoon, la última víctima de polio documentada, y me fue cuando me dí cuenta de que nuestra labor seguirá aún cuando hayamos acabado con la polio.
Existen entre 10 y 20 millones de sobrevivientes de polio alrededor del mundo, y lo que necesitan es mucho más que rehabilitación física. Tomará toda otra vida asegurarnos de que cuenten con acceso a una buena educación y deshacernos del estigma presente en comunidades o lugares de trabajo que todavía sufren las personas con discapacidades físicas. Lo menos que podemos hacer hoy es vacunar a nuestros niños para prevenir el sufrimiento innecesario de innumerables personas, para que mañana nuestros hijos y sus hijos vivan en un mundo libre de polio.