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Una razón para sonreír

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Desde 1993, rotarios de Chile y Estados Unidos llevan a cabo cirugías reconstructivas que cambian vidas

Por Fotografías de

En 2012, cuando Ricardo Román se encontraba de compras junto a su esposa en un centro comercial de Chile, una mujer de poco más de veinte años se acercó a saludarlo. En ese momento él no la reconoció, pero había dos buenas razones para ello: su encuentro se había producido hacía más de una década, y la sonrisa de la muchacha había cambiado drásticamente.

  1. Los cirujanos Lena Pinillos (izquierda) y James Lehman, hablan con un padre sobre su hijo.

  2. El equipo evaluó a 250 pacientes potenciales los cuales fueron seleccionados basándose tanto en la necesidad como en la complejidad de cada operación.

  3. Una madre completa los trámites para la operación de su hijo.

  4. Lehman utiliza uniformes extravagantes para hacer sonreir a los niños.

  5. Preparativos para la operación.

  6. Un padre preocupado espera sentado en el suelo de un pasillo del hospital. Con tantas operaciones, a veces no se dispone de suficientes sillas. 

  7. El labio leporino y el paladar hendido tienen un componente hereditario, pero se desconoce su causa precisa.

  8. En la sesión de febrero, fueron operados 82 pacientes. 

  9. Una madre consuela a su hijo.

  10. El equipo está compuesto por cirujanos, enfermeras, anestesistas y un logopeda, así como rotaractianos y rotarios que se encargan tanto de  los aspectos logísticos como de las labores de traducción e interpretación.

Román, socio del Club Rotario de Reñaca (Chile), es el coordinador nacional de un programa que ha ayudado a miles de niños chilenos con labio leporino, paladar hendido y otros defectos congénitos, incluida esa muchacha que ahora quería abrazar a Román.

“Ella me dijo ‘esta es mi sonrisa rotaria’”, recuerda Román lleno de emoción. “Fue un momento muy gratificante”.

El proyecto comenzó en 1993 cuando rotarios de San Francisco, California, liderados por Peter Lagarias y Angelo Capozzi, patrocinaron una misión médica para llevar a cabo cirugías reconstructivas en Chile. Ese fue el origen de Rotaplast, programa que evolucionó hasta convertirse en una organización sin fines de lucro que ha enviado equipos médicos a 26 países.

En el año 2004, los rotarios chilenos asumieron el liderazgo del programa en su país. Con el paso de los años, los médicos chilenos incrementaron su participación y el programa amplió su ámbito de actuación para incluir cirugías de reconstrucción mamaria en pacientes de cáncer.

“Dice mucho, y bien, de Rotary que personas de un país de habla hispana y de un país de habla inglesa trabajen hombro con hombro para alcanzar sus objetivos”, explica James Lehman, cirujano plástico que se afilió al Club Rotario de Fairlawn, Ohio, tras trabajar con rotarios en Chile.

Ella me dijo ‘esta es mi sonrisa rotaria’. Fue un momento muy gratificante.


Club Rotario de Reñaca (Chile)

El pasado mes de febrero, Lehman y un equipo de cirujanos, anestesistas y enfermeras estadounidenses visitaron Iquique, ciudad portuaria y enclave turístico situado en la costa pacífica situado a unos 128 kilómetros de la frontera norte de Chile. Con la ayuda financiera proporcionada por la cercana mina de cobre de Collahuasi, los rotarios locales coordinaron el proyecto y abonaron las comidas, el alojamiento y el transporte local de los integrantes del equipo médico. (Los médicos visitantes pagan sus pasajes de avión desde Estados Unidos a Chile y una organización sin fines de lucro con sede en Ohio financia el viaje de algunos de los integrantes del personal de apoyo.)

Más de 250 pacientes potenciales se congregaron una mañana de sábado frente al Hospital Ernesto Torres Galdames con la esperanza de ser incluidos en el programa de operaciones del equipo. Los pacientes procedían de todos los rincones de  Chile, incluida una familia que había viajado desde Concepción, población situada a 2250 kilómetros al sur de Iquique. Cada año nacen en Chile unos 600 niños con labio leporino y paladar hendido y si bien el gobierno cuenta con ocho centros dedicados a tratar estos defectos congénitos, las largas listas de espera significan que las cirugías reconstructivas que estos niños necesitan deban demorarse varios años. “La demanda de atención supera a la oferta”, explica Lehman.

El equipo puso manos a la obra utilizando cuatro quirófanos, uno para las operaciones de labio leporino y paladar hendido, otro para reconstrucciones de oídos, un tercero para las reconstrucciones mamarias y el cuarto para atender otros casos. Los pacientes fueron elegidos basándose tanto en la necesidad como en la complejidad de la operación. A la conclusión de su estadía, los cirujanos y el personal asistente habían operado a 82 pacientes. Sin embargo, en muchos casos, la reconstrucción completa requiere múltiples operaciones y algunos pacientes deben someterse a operaciones varios años seguidos para completar su tratamiento.

Sin embargo, la última operación no siempre significa el final de la relación entre un paciente y Rotary. Román, quien coordina el programa desde el año 2004, ofrece como muestra el caso de la joven que se acercó a saludarlo en el centro comercial. Invitada por él, la muchacha describió las operaciones que, gracias a Rotary, transformaron su vida en una conferencia de distrito que tuvo lugar en Chile en 2012. Conmovidos por su historia y deslumbrados por su sonrisa rotaria, muchos de los asistentes se emocionaron hasta las lágrimas.

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