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La ambición de acabar con el cáncer de cuello uterino

Socios de Rotary trabajan para eliminar el cáncer de cuello uterino en Latinoamérica

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En un antiguo jeep rojo, Juan Carlos al volante, Irma, Carol y Mirna en la parte trasera y yo en el asiento del copiloto, avanzamos por las cerradas curvas del Parque Nacional Amboró, en Bolivia. Las montañas, cubiertas por un mosaico verde de jacarandas, robles y arbustos en cascada, se elevan sobre nosotros. Juan esquiva las vacas y los perros que deambulan por la carretera de dos carriles, mientras, sobre su cabeza, flotan cúmulos todavía reacios, como desde hace dos años, a dejar caer lluvia.

Es diciembre de 2022 y nos dirigimos a Santa Cruz, la ciudad más grande de Bolivia. Atrás queda el tranquilo Vallegrande, que dejamos unas tres horas atrás. Allí, en colaboración con el equipo del hospital local, hemos puesto en marcha un ambicioso proyecto para eliminar el cáncer de cuello uterino, un proyecto que esperamos llevar a cabo en otros lugares de Latinoamérica.

Bolivia tiene la tasa más alta de cáncer de cuello uterino en América del Sur, registrando 1985 nuevos casos y 1054 muertes en 2020. Debido a un diagnóstico tardío, solo en la ciudad de Santa Cruz, 90 mujeres acuden anualmente a un hospital para acabar falleciendo a causa de esta enfermedad prevenible. En todo el mundo, el cáncer de cuello uterino provoca la muerte de 341 000 personas al año, una cada minuto y medio. Lo más frecuente es que procedan de un país con un nivel de renta bajo. Muchas habrán dejado atrás a hijos y cónyuges que dependían de ellas cuando el cáncer se extendía. Igualmente significativo es el grado de sufrimiento que cualquier enferma terminal experimentará a medida que la enfermedad avanza hacia su inevitable final.

Por eso nos dedicamos a llevar a Bolivia las tecnologías más modernas de cribado y tratamiento, para que los médicos y enfermeras aprendan rápidamente a emplearlas. Al combinar las capacidades humanas y las innovaciones médicas, podemos examinar a más de 600 pacientes al día y tratar un cáncer incipiente en 40 segundos. Nuestro objetivo es examinar a 7500 pacientes, un proyecto que puede tardar tres años en completarse. Pero como dice el adagio a veces atribuido al Presidente de EE. UU. John F. Kennedy: «Todo logro empieza con la decisión de intentarlo».

"Al combinar las capacidades humanas y las innovaciones médicas, podemos examinar a más de 600 pacientes al día y tratar un cáncer incipiente en 40 segundos".

Tras llegar a Santa Cruz, me reúno con Jorge Mehdi, jefe de cirugía del hospital infantil de la ciudad y presidente del Club Rotario de Urbari. Mehdi me lleva a visitar el hospital, y más tarde tenemos una reunión crucial para conseguir cartas de apoyo del gobierno que nos permitan traer los nuevos equipos necesarios para el proyecto de cribado y tratamiento a gran escala que esperamos poner en marcha. La aprobación del gobierno es esencial, y estoy preocupado. Pero Mehdi tiene una sonrisa cautivadora y una forma de ser que tranquiliza a todo el mundo. Y así, en nuestra reunión, el Ministro de Salud de Bolivia dice que estará encantado de firmar las cartas para permitir que nuestro equipo médico ingrese al país.

Ilustraciones de Jennifer Maravillas-Bell

¿Cómo me involucré en esta labor? En 2007 me desempeñaba como cirujano oncólogo en un concurrido hospital de California. Tenía un paciente al que veía con cierta regularidad y, tras una tercera y difícil operación de cáncer, me pidió que le acompañara a una reunión de Rotary. Yo rechacé la oferta, pero él me invitó en repetidas ocasiones. Finalmente, impresionado por su perseverancia, acepté acompañarle.

Y esto cambió mi vida. En el Club Rotario de Niles (Fremont), descubrí amistades e inspiración que nunca había imaginado que me estaban esperando. Al echar la vista atrás, me di cuenta de que, aunque puede que haya extirpado unos 10 000 cánceres -algo común en la carrera de un cirujano-, cuánto mejor sería prevenirlos. Trabajar con Rotary hizo esto posible en todo el mundo.

He aquí un ejemplo de un proyecto exitoso y de los tratamientos y tecnologías innovadores que lo impulsaron. Clubes rotarios del Distrito 5170 (California) y PINCC, una organización sin fines de lucro centrada en la prevención del cáncer de cuello uterino, finalizaron recientemente un proyecto de cuatro años de duración en Guatemala, donde se introdujo una nueva tecnología de detección genética del virus del papiloma humano (VPH). El VPH es la principal causa del cáncer de cuello uterino.

También «capacitamos a los capacitadores» en nuevos métodos de tratamiento. Durante tres años examinamos a las mujeres que acudían al hospital mediante un procedimiento bastante básico conocido por su nombre abreviado VIA. Con un espéculo, una linterna y una aplicación de ácido acético, los médicos pueden identificar visualmente los primeros signos del cáncer. Entonces, mediante la técnica conocida como ablación térmica, pudimos tratar esos cánceres incipientes en menos de un minuto.

Parece sencillo, ¿verdad? Pues lo mejor está aún por llegar. En 2022 introdujimos una tecnología de cribado genético del VPH que permite a las mujeres hacerse la prueba ellas mismas en casa. La mayoría de las personas obtienen un resultado negativo y no tienen que repetir la prueba hasta pasados tres a cinco años. Las pruebas son sencillas para las mujeres, porque no tienen que ir a un hospital, y para los médicos, porque solo tienen que examinar en el hospital a las pacientes que han dado un resultado positivo. Estos grandes avances permiten que programas como el que introdujimos en Guatemala y el que hemos iniciado en Bolivia avancen rápidamente. En septiembre llevaremos un programa similar a Nepal, y en mayo, en la Convención de Rotary International celebrada en Melbourne (Australia), se anunció que Unidos para acabar con el cáncer de cuello uterino en Egipto, había recibido la tercera subvención del Premio para Programas de Gran Escala, dotado con 2 millones de dólares de La Fundación Rotaria La Fundación Rotaria.

Al igual que en Guatemala, el proyecto en Bolivia se lleva a cabo en español. Mis conocimientos de español son adecuados, pero trabajar en varios idiomas e intentar establecer conexiones más sólidas es una experiencia rotaria muy especial. Las mujeres bolivianas me hablan un poco más despacio y tienen mucha paciencia conmigo. Sé que ellas liderarán el proceso de eliminación del único gran cáncer que actualmente podemos eliminar.

Los hombres están igual de decididos, y deberían estarlo. El VPH está asociado a varios tipos de cáncer que afectan a los hombres, incluidos algunos tipos de cáncer de cabeza y cuello. Un cirujano de cabeza y cuello me preguntó si también podíamos detectar el VPH de alto riesgo. El equipo con el que trabajamos, conocido como AmpFire, puede detectar el virus a través de muestras orales, y también puede detectar muchas infecciones, incluida la COVID-19. Una de las grandes cuestiones pendientes es si la vacunación de niños a gran escala contra el VPH, incluidos los varones, afectará otros tipos de cáncer, y algunos datos médicos sugieren que sí. Y puedes estar seguro de que: A medida que las vacunas se vuelvan más efectivas y menos costosas, acabarán ofreciéndose a todos los niños, no solo a las niñas, en los países de bajos ingresos.

La labor que realizamos en la región de Petén de Guatemala también tuvo momentos agradables. Nuestro equipo de voluntarios hizo excursiones a las pirámides de Tikal y Yaxha, se bañó en el lago Petén Itzá y disfrutó de la comida típica . Nos encantaron los momentos de camaradería que compartimos con los socios del Club Rotario de Tikal Petén mientras asistíamos a sus reuniones e intercambiábamos historias y risas. También hubo largas jornadas en el hospital, donde trabajamos junto al Dr. Fabrizio Palma. Las nuevas técnicas de autodiagnóstico han sido un regalo del cielo, tanto para las pacientes como para nuestro equipo, pero incluso después de haber examinado y clasificado a cientos de pacientes en una clínica sofocante y húmeda, una multitud de mujeres seguía esperando ansiosamente, con la esperanza de someterse a sus exámenes. Lo positivo es que se han publicado los resultados de nuestro trabajo en Guatemala, y hoy el Dr. Palma dirige el programa en solitario mientras nosotros desplazamos nuestras actividades a nuevos lugares.

Sin embargo, con estas nuevas técnicas es esencial colaborar con nuestros aliados en distintos países y no intentar forzar o fomentar cambios hasta que estos deseen implementarlos. Hace años, en el Cuerpo de Paz, aprendí lo que todos los voluntarios llegan a saber: De las nuevas culturas se obtiene más de lo que se puede enseñar, ya sea un nuevo idioma, nuevas costumbres o una mejor comprensión de la naturaleza humana. Ese es un regalo muy grande, incluso más grande que cualquier cosa que podamos ofrecer.

"Es esencial colaborar con nuestros aliados en distintos países y no intentar forzar o fomentar cambios hasta que estos deseen implementarlos".

Mientras escribo esto, anticipo un tercer viaje a Bolivia, donde nuevamente me subiré al Jeep rojo para regresar a Vallegrande. Deseo volver a ver a Juan Carlos y volver a probar un achachairú, la fruta con forma de huevo que tiene un delicioso sabor dulce a mango, bayas y naranja.

Estoy especialmente agradecido a los clubes rotarios de Chicago, Los Ángeles, Oakland, San Francisco y Seattle por hacer posible esta labor. Quien inició esta iniciativa es el Club Rotario de Urbari en Santa Cruz, donde Irma Danny Rojas Arteaga, Carol Genevieve Viscarra Guillen, Mirna Ruth Claure de Toledo, y otros socios del club dirigen un proyecto que con el tiempo se extenderá por todo el país.

Bolivia, como todos los países, se enfrenta al reto de inmunizar a todos los niños, pero carece de recursos para suministrar suficientes vacunas. Si recordamos los primeros días del programa PolioPlus de Rotary, comprobaremos que la financiación de las primeras campañas de vacunación fue difícil; sin embargo, hoy el programa se acerca a su objetivo final de erradicar la polio. Podemos soñar con una época en la que Rotary tenga el mismo impacto sobre el cáncer de cuello uterino.

De hecho, la idea es algo más que un sueño. Cada vez son más los trabajadores sanitarios de clubes rotarios de todo el mundo, o patrocinados por éstos, que luchan contra el azote del cáncer de cuello uterino. Encontraremos financiación, nuevas tecnologías, vacunas más económicas e intrépidos voluntarios. Al fin y al cabo, hemos decidido tomar riendas en el asunto. Lo estamos intentando  y nuestra intención es alcanzar el éxito.

Oncólogo quirúrgico jubilado, aspirante a apicultor y novelista publicado, Richard Godfrey es socio del Club Rotario de Niles (Fremont), California (EE. UU.)

Este artículo fue publicado originalmente en el número de septiembre de 2023 de la revista Rotary.

La prevención y el tratamiento de enfermedades es una de las siete áreas de interés de Rotary.