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Impresoras 3D al rescate

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Socios de Rotary se unen a entusiastas de la impresión 3D para fabricar equipos de protección personal de los que hay escasez debido a la pandemia de COVID-19

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Un ejército de aficionados y educadores equipados con impresoras 3D fabrica protectores faciales y otros equipos de protección personal (EPP) para ayudar a los trabajadores sanitarios de primera línea a combatir el coronavirus.

Entre ellos hay dos socios de Rotary, quienes emplean sus conocimientos y recursos, así como sus contactos en Rotary, para hacer frente a la escasez de EPP causada por la pandemia de COVID-19.

Rotary nos ofrece una oportunidad única para conectar con otras personas en todo el mundo. Cuando alguien tiene una idea, tenemos los medios para financiarla y actuar en consecuencia


Scott Franklin, profesor de matemáticas e informática en la Universidad Bautista de Wayland en Plainview, Texas (EE.UU.), trajo a casa las cuatro impresoras 3D de su universidad y fabrica cerca de 24 protectores faciales al día. El Club Rotario de Plainview, del que es socio, apoya y alienta sus esfuerzos a través de subvenciones y donaciones.

Mientras tanto, Jacob Lasorso, quién enseña diseño de impresión 3D en la Universidad Técnica de Suncoast en Sarasota, Florida (EE.UU.), creó un taller casero ensamblando seis impresoras 3D procedentes de su universidad y otros lugares, y ahora fabrica cerca de 48 protectores faciales al día. Su iniciativa cuenta con el apoyo de los socios del Club Rotario de Venice Sunrise al cual pertenece.

El proceso de impresión en 3D utiliza una impresora especial para crear un objeto tridimensional a partir de un modelo de diseño asistido por ordenador, normalmente añadiendo material capa por capa. El material varía, pero el más común es un filamento plástico que se vende en rollos y se asemeja a los empleados en las cortadoras de maleza. Tanto Franklin como Lasorso usan filamento de ácido poliláctico ya que no daña el medioambiente y tiene un costo asequible (unos 25 dólares el kilo).

Breve video de la impresora de Lasorso creando un visor


 

La llegada de las impresoras 3D de bajo precio hizo posible que muchos más entusiastas las compraran y comenzaran a fabricar objetos 3D, así como que escuelas y universidades pequeñas crearan sus propios laboratorios de impresión 3D. Todos estos nuevos propietarios de impresoras, entusiastas e instructores han poblado Internet y las redes sociales con comunidades de fabricantes que publican sus diseños en línea. 

Debido a la escasez de equipos de protección personal, estas comunidades decidieron crear y compartir sus diseños de protectores faciales y otros equipos médicos. Los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés) se asociaron con otras agencias estadounidenses y líderes de la industria de la impresión en 3D para reunir algunos de estos diseños en una colección en línea y alentar así su fabricación. Muchos de estos diseños han sido evaluados, probados y aprobados para su uso clínico cuando no se disponga de equipos de mayor calidad.

Una afición que salva vidas

Franklin encontró el diseño que está imprimiendo en su colección de diseños en línea. Durante un receso en la Universidad Bautista de Wayland, se dio cuenta de que las clases pasarían a ofrecerse completamente en línea, y obtuvo permiso para traerse las cuatro impresoras 3D de la universidad a casa.

Franklin admite que su motivación inicial fue tener algo que hacer mientras estaba en aislamiento. Pero después de ver las publicaciones en las redes sociales de los grupos de fabricantes a los que pertenece sobre el uso de las impresoras 3D para crear equipos de protección personal, supo que podía hacer más.

  1. Scott Franklin junto a una de las impresoras Ender-3 que utiliza para fabricar protectores faciales.

  2.  Marco completo para un protector facial.

  3. Franklin entrega protectores faciales a personal médico en Plainview, Texas.

El MakerBot Replicator Plus, la impresora más avanzada en el arsenal de Franklin, puede completar dos de los finos marcos de plástico por ciclo, mientras que las otras tres máquinas solo pueden imprimir uno. Un ciclo completo toma alrededor de una hora y media. Para la parte que cubre la cara, Franklin utiliza una película transparente perforada con un punzón de 3 agujeros que se fija a las protuberancias del marco.

Rotary dispone de un amplio espectro de conocimientos y experiencias, así como de un sentido de misión que le permite hacer frente a eventos como la pandemia. Hay personas que buscan nuevas maneras de servir para hacer del mundo un lugar mejor


“Ya no usamos transparencias en nuestras aulas porque todos disponemos de proyectores", comenta Franklin. "Así que el Departamento de Matemáticas disponía de montones de cajas de transparencias sin abrir. Este es un material apropiado para la pieza frontal porque puede ser reutilizado y desinfectado”.

La biblioteca de Wayland también donó siete cajas de película transparente. Los hijos de Franklin, incluida su hija Emily, socia del Club Rotaract de Wayland, ayudaron a hacer agujeros y a ensamblar los protectores faciales. El Club Rotario de Plainview está solicitando una subvención distrital de USD 3000 para adquirir otra impresora. Cuando disminuya la necesidad de fabricar equipos de protección, el club rotario donará la impresora al club Rotaract para que la emplee en sus proyectos de servicio.

Además de su apoyo financiero, el club rotario utiliza sus conexiones para contribuir a la distribución. El administrador del hospital local y una enfermera son socios del club, y proporcionaron estos protectores a los trabajadores de la salud. La esposa del presidente de la Universidad de Wayland colabora con un hospicio local, y a través de este, el club se enteró de que unas 30 enfermeras de Lubbock, Texas, viajaron a la ciudad de Nueva York para contribuir a la lucha contra la pandemia allí. El club les proporcionó estos protectores faciales como parte del paquete de suministros con el que viajaron.

"Rotary nos ofrece una oportunidad única para conectar con otras personas en todo el mundo”, explica Jay Givens, presidente del Club Rotario de Plainview. “Cuando alguien tiene una idea, tenemos los medios para financiarla y actuar en consecuencia".

Trabajando día y noche

En Florida, Lasorso también utiliza película transparente para sus EPP. La Universidad Técnica de Suncoast en la que trabaja donó 1000 hojas de esta película. El diseño que utiliza está aprobado por los NIH e incluye un visor que evita que las salpicaduras suban y pasen por encima de la lámina transparente. Él utiliza bandas elásticas que encontró en el sitio web de artesanías Etsy para asegurar los protectores faciales en las cabezas de los usuarios.

Al igual que Franklin, Lasorso obtuvo permiso para llevarse a casa las impresoras 3D de la universidad al inicio de la orden de confinamiento. Él y el director certificado de educación técnica del condado obtuvieron varias impresoras más de escuelas cercanas que aceptaron prestarlas. Su sistema imprime cuatro visores por máquina cada 12 horas. Debido al tiempo que toma, Lasorso las configura para que impriman durante la noche, y comienza un nuevo ciclo cada mañana.

"Nos quedamos dormidos escuchando las impresoras 3D al otro lado de nuestra casa", dice Mallory, esposa de Lasorso y socia del club Venice Sunrise. "Ahora ya no nos molesta".

  1. Jacob Lasorso probando un protector facial.

  2. Pilas de protectores faciales de diferentes colores.

  3. El taller de Lasorso cuenta con seis impresoras, cada una de las cuales produce cuatro protectores faciales en 12 horas.

Mallory creó un formulario de Google que publicó en Facebook para que las personas interesadas soliciten protectores faciales. Usando las conexiones del club, sus socios distribuyeron estos protectores en consultorios y clínicas. También enviaron varios a los bomberos de Tampa, Florida, y 20 al hijo de un socio del club que dirige varios hogares de ancianos en Las Vegas, Nevada.

El club de Venice Sunrise ha comprado materiales, suministros y piezas de mantenimiento adicionales para mantener la producción. Además de las donaciones personales, el club recibió USD 4000 de la Fundación Charles y Margery Barancik, la cual apoya causas humanitarias en Florida y Chicago, Illinois.

Mallory comenta que ni ella ni su marido se afiliaron a Rotary para establecer contactos, pero que las conexiones que han hecho a través del club es una de las cosas de las que más disfrutan y hace que el club sea efectivo. 

“Cualquiera que sea la razón por la que decidas afiliarte, es el deseo común de hacer el bien en el mundo lo que nos mantiene unidos”, explica.

Franklin está de acuerdo: “Todos tenemos el mismo corazón para el servicio, el mismo corazón para hacer de nuestra comunidad un lugar mejor. Rotary dispone de un amplio espectro de conocimientos y experiencias, así como de un sentido de misión que le permite hacer frente a eventos como las pandemias. Hay personas que buscan nuevas maneras de servir para hacer del mundo un lugar mejor”.