La historia de Rotary
James Davidson: “El Marco Polo de Rotary”
El experimentado e intrépido viajero James Wheeler Davidson desempeñó un papel esencial para extender Rotary hacia otros países en sus primeros años, habiendo recorrido tierras distantes y propiciado la formación de 23 clubes en 12 países, desde Grecia a Tailandia.
Davidson, quien de joven había participado en la segunda expedición de Robert Peary, el explorador del Ártico, hacia Groenlandia, se trasladó a Nueva Zelanda y Australia en 1921, en su primer viaje rotario. Entre 1928 y 1931 realizó otro viaje mucho más prolongado a través de Asia y el Lejano Oriente, lo cual explica por qué Paul Harris. el fundador de Rotary, se refería a Davidson como “El Marco Polo de Rotary”.
Davidson nació en junio de 1872 en Austin, Minnesota (EE.UU.) y se formó en la Academia Militar Northwestern. Tras la expedición de Peary, fue corresponsal en la guerra sino-japonesa de 1894-1895, tras la cual, trabajó para el servicio diplomático de EE. UU. en Formosa (la actual Taiwán) durante varios años, hasta que fue transferido a Manchuria y, posteriormente, a Shanghai.
En su viaje de retorno a Estados Unidos en 1905, Davidson conoció a Lillian Dow y, transcurrido un año de noviazgo, se casaron y establecieron en Winnipeg, Manitoba (Canadá). Un año después se mudaron a Calgary, Alberta, en el mismo país, donde Davidson se afilió a Rotary en 1914.
Antes de su viaje a Asia, la organización nombró a Davidson comisionado general honorario con la misión de introducir Rotary en diversos países y propiciar la formación de nuevos clubes. En marzo de 1928, Davidson presentó sus planes junto con un mapa del itinerario propuesto.
Aunque inicialmente pensaba partir de Calgary hacia Japón, a fines de agosto, Davidson se dirigió a Montreal y luego a Asia a través de Europa, acompañado por su esposa, Lillian, y su hija adolescente, Marjory. Esta expedición se prolongó durante dos años y medio. El 12 de marzo de 1931, Davidson y su familia regresaron desde Yokohama, Kanagawa (Japón) y su aventura concluyó al llegar a Vancouver, Columbia Británica (Canadá), el 21 de dicho mes.
Durante el viaje, Davidson redactó extensos informes y los remitió a la sede de Rotary en Chicago. En uno de ellos, escrito cuando se dirigía a Birmania (la actual Myanmar), Davidson reflexionaba así: “Anoche tracé otro itinerario y me da risa porque ni yo mismo me lo creo. Lo único que significan mis itinerarios es mostrar que estoy avanzando en alguna dirección… Y pensar que al principio creía que este viaje iba a durar solo seis meses”.
En la Convención de 1932, Lillian Davidson deleitó a la concurrencia con su relato del viaje (Jim estaba enfermo), tarea para la cual estaba más que preparada, como autora de sus propias crónicas publicadas en The Rotarian y en el libro Making New Friends for Rotary: From Near to Far East. (1934).
“La lección que aprendimos en nuestro trato con turcos, egipcios, árabes, persas, indios musulmanes, hindúes, birmanos, javaneses, malayos, siameses, chinos, japoneses y europeos residentes en el Oriente –mi esposo y yo hicimos un total de 2200 visitas– es que cada nacionalidad tiene virtudes que otras no tienen. Ninguna nación posee el monopolio de lo que es bueno y recomendable”.
En la Convención de 1934, Allen D. Albert, presidente de Rotary en 1915-1916 rindió homenaje a Davidson, quien había muerto el año anterior. “Hoy recordamos a un hombre que dedicó los mejores años de su vida a Rotary, y a través de Rotary, a la humanidad, un rotario que se consideraba uno más entre tantos que aportan todo lo que pueden a nuestra causa”.