Barcos hundidos se transforman en arrecifes artificiales en México
El biólogo marino Carlos Sánchez ha dedicado gran parte de sus cuarenta años de carrera a surcar las plácidas aguas del Mar de Cortés en expediciones de censo, contabilizando la rica biodiversidad que ha seducido a exploradores desde los conquistadores españoles hasta el oceanógrafo Jacques Cousteau.
Bajo esta ensenada de 1207 kilómetros de largo situada en la costa del Pacífico mexicano, bulle una variedad de vida a la que se dice que Cousteau calificó de «acuario del mundo». Los arrecifes rocosos y coralinos sostienen una cadena alimentaria que comienza con el fitoplancton microscópico y culmina con el mamífero más grande de la Tierra, la ballena azul.
Sin embargo, científicos como Sánchez y las personas que dependen del mar para su subsistencia saben que este ya no es lo que era.
La pérdida de arrecifes es motivo de ansiedad ecológica en todo el mundo: desde pescadores de subsistencia con sus redes vacías hasta personas alejadas de las costas impactadas por desgarradores documentales sobre la muerte de la brillante fauna de los arrecifes. Pero el problema, a su vez, es fuente de esperanzadoras innovaciones medioambientales y económicas.
El contagio de ese impulso innovador se ha visto materializado en un ambicioso proyecto para la creación de arrecifes artificiales en la ciudad portuaria de Guaymas, situada en el noroeste de México.
Una coalición de funcionarios municipales, estatales y de la armada mexicana -con el apoyo de clubes rotarios de distintas partes del mundo y una subvención global de La Fundación Rotaria - hunde buques militares mexicanos retirados del servicio, helicópteros, un avión, un vehículo anfibio y piezas de artillería con el objetivo de formar arrecifes.
El hundimiento intencionado de embarcaciones y otras estructuras, como puentes y faros, viene utilizándose en todo el mundo para establecer hábitats similares a arrecifes para corales, peces y otras especies marinas. El proyecto de Guaymas aspira a que las superficies de estas estructuras atraigan rápidamente a la flora y la fauna y, a su vez, a los turistas y pescadores locales de subsistencia, además de promover las oportunidades para la educación y la investigación en materia de conservación. La idea no es sustituir, sino complementar y aliviar la presión sobre los arrecifes naturales, y capturar el carbono que contribuye al calentamiento global.
Controlar y revertir la pérdida de hábitats
Para ilustrar la gravedad de la pérdida de hábitats, Sánchez recurre a la nostalgia: un episodio del programa de televisión Wild Kingdom filmado en 1982 en el que aparecen científicos buceando en un banco de docenas de tiburones martillo en una cresta submarina frente a la isla Espíritu Santo. Hoy en día, dice, los buceadores de ese lugar cercano a la entrada del Mar de Cortés se maravillarían si se toparan con un solo tiburón martillo.
Según él, la salud de un arrecife puede medirse por el número de tiburones y otros depredadores, como meros y pargos, que alberga: «Alrededor de Espíritu Santo [hoy] se ven peces pequeños, pero no grandes depredadores». Su ausencia, explica Sánchez, profesor de la Universidad Autónoma de Baja California Sur en La Paz, demuestra el colapso de los eslabones de la cadena alimentaria.
En un censo que Sánchez ayudó a realizar el pasado otoño en colaboración con el Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de California en San Diego se examinaron unos 100 arrecifes de todo el mar. Se descubrió que el 90 % de ellos sufría una degradación significativa. Una de las causas obvias son los buques pesqueros de arrastre que capturan grandes cantidades de sardinas, meros y camarones. Otras causas, menos conocidas pero bien documentadas, son las temperaturas más cálidas del agua causadas por el cambio climático.
Para intentar revertir el declive, en 2022 se hundió el primer barco en un fondo arenoso situado a menos de un kilómetro y medio de la costa y treinta metros de profundidad. Como resultado, ha surgido un próspero sistema de arrecifes. Pero «nadie sabía cuál sería el siguiente paso», explica Juan Dworak, consultor marino de Guaymas que realizó el estudio de impacto ambiental del proyecto.
Entonces, afirma, la Subvención Global de La Fundación Rotaria por un monto de 176 000 dólares supuso un impulso «milagroso» y se convirtió en «un factor crucial que desencadenó una cascada de acontecimientos que están teniendo lugar ahora». La subvención pagó la limpieza y el hundimiento de un segundo buque fuera de servicio, el Suchiate, de 58 metros de eslora, una barcaza de la Marina estadounidense de la década de 1940 que la Armada Mexicana heredó como buque de investigación. Pero posiblemente lo más importante es que la subvención financió el estudio de impacto ambiental, que se redactó para cubrir todos los futuros hundimientos del proyecto.
«En el primer hundimiento no hubo participación de Rotary. Pero no se hundirá un segundo buque sin Rotary, y no habrá una evaluación de impacto ambiental ya aprobada para que el hundimiento de los demás artefactos», señala Dworak.
En cifras
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19,1 kilómetros cuadrados
Superficie de los arrecifes artificiales en aguas de EE. UU.
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14 %
Pérdida mundial de corales de 2009 a 2018, principalmente debida al aumento de la temperatura de los océanos
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900
Especies de peces en el Mar de Cortés
Avery Paxton, biólogo marino investigador de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU., afirma que en los últimos 50 años se ha producido un aumento del 2000 % en la «huella» (superficie) de arrecifes artificiales en el fondo marino de Estados Unidos. Pero el crecimiento se ha ralentizado considerablemente debido a los costes, las dificultades logísticas y la falta de materiales autorizados para su uso en arrecifes artificiales. Los estudios de Paxton sugieren que los arrecifes artificiales son «puntos calientes» para los grandes peces depredadores, probablemente porque crean hábitats submarinos de gran densidad.
Sin embargo, algunos vertidos ilegales para crear hábitats artificiales también han causado problemas medioambientales en ecosistemas sensibles.
Sánchez, el encargado de realizar el censo marino, piensa que el arrecife natural más cercano a Guaymas que ha visitado está tan degradado que considera que la perspectiva de instalar arrecifes artificiales cerca es una buena idea para alejar la presión pesquera, siempre que se haga bien.
Una gobernadora marca la diferencia
El pasado mes de marzo, Kikis López de Arbesú, socia del Club Rotario de Puebla Gente de Acción, situado 1600 kilómetros al sur, se encontraba disfrutando de la cálida brisa del golfo a bordo de una fragata de la armada mexicana. López, una de las impulsoras de la subvención global, recuerda cómo se le puso la piel de gallina al ver hundirse lentamente la barcaza Suchiate: su sueño de marcar la diferencia como gobernadora de distrito de Rotary llegaba a su culminación. (El hundimiento fue lento porque solo se pudieron detonar pequeños explosivos en el casco para evitar daños en el arrecife que se estaba formando en el primer barco hundido en las cercanías).
Todo comenzó en 2020, señala, cuando vio un documental sobre la pérdida de los corales. Un año después, mientras trataba de decidir un proyecto para el año 2022-23 de su mandato como gobernadora del Distrito 4185, se centró en la idea de proteger los ecosistemas de arrecifes. Una conversación con su hermano, oficial de la armada mexicana, dio lugar a un plan para hundir un barco y construir un arrecife artificial en Veracruz, en el Golfo de México. Pero el proyecto se frustró cuando los funcionarios locales que lo habían apoyado perdieron sus cargos.
Kevin Pitts, colaborador de López en el proyecto y rotario de Arizona que ocupó el cargo de gobernador del Distrito 5495 en 2023- 2024, admite que el abandono del proyecto en Veracruz le hizo temer que se tratara del fin del proyecto. Pero tanto él como Salvador Rico, socio del Club Rotario de South Ukiah, California, que forma parte del Equipo de Asesores Técnicos de La Fundación Rotaria (Cadre), señalan que López se describe a sí misma como un «espíritu inquieto» que no acepta un no por respuesta. Pronto, a través de su hermano, encontró el proyecto de Guaymas.
Rico considera que el proyecto de Guaymas es uno de los más complejos que ha visto nunca, con complicados requisitos estatales, locales y medioambientales que cumplir y una importante cantidad de fondos que recaudar. Pero las claves para el éxito de las subvenciones de Rotary, señala Rico, son predicar con el ejemplo y canalizar la pasión de los voluntarios de modo que produzca un gran impacto. Y López hablaba en serio cuando intervino para ayudar al proyecto de Guaymas, que ya daba muestras de su sostenibilidad gracias a un incipiente arrecife y a turistas deseosos de visitarlo.
En unos meses -un tiempo récord, dice Dworak- el proyecto fue aprobado, todas las partes cooperaban y la barcaza estaba lista para hundirse.
López, quien tiene previsto bucear este mes en el arrecife, aún se emociona al repetir una frase de su discurso en el hundimiento para alentar a los socios del club a prestar servicio para ayudar al mundo: «Si podemos soñarlo, podemos vivirlo».
Este artículo fue publicado originalmente en la edición de agosto de 2024 de la revista Rotary.