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Aumenta la presión para los planificadores urbanos

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A medida que aumentan las temperaturas, las ciudades buscan transformar las islas de calor y proteger a sus ciudadanos

Por Fotografía

Es mediodía a mediados de agosto y la temperatura se acerca a los 37 grados. Una vez más. Si a eso le sumamos la humedad de un baño de vapor, es suficiente para que las lentes se empañen, las vías respiratorias se estrechen y la piel arda bajo el sol directo.  

En toda la ciudad, el calor, extremo incluso para los estándares de Texas, ha sido insoportable durante la mayor parte del verano. Pero en algunas partes de la ciudad, es aún peor. El extenso núcleo urbano, atravesado por enormes autopistas, salpicado de rascacielos y sujeto a incesantes obras de construcción, sufre el llamado efecto de isla de calor urbana. Todo ese hormigón, pavimento, acero y cristal, es decir, todo lo que hace que una ciudad sea una ciudad, absorbe el calor del sol a lo largo del día y luego lo irradia al aire. En estas «islas», las temperaturas pueden ser de 8 a 11 grados más altas que en los suburbios frondosos y cubiertos de hierba. Esa es la diferencia entre un sofocante 40 grados en el estacionamiento de un centro comercial y un relativamente agradable 29 grados en una calle arbolada en otra parte de la misma área metropolitana. 

En el barrio de Ed Pettitt, el Third Ward (Tercer Distrito), el efecto de isla de calor es palpable. Pettitt, presidente del Club Rotario de Houston Skyline, podría cerrar los ojos y decirte dónde se encuentra en el vecindario en función de la temperatura. Donde los promotores inmobiliarios recientemente talaron un montón de árboles viejos, la temperatura es abrasadora. «Nos estamos cociendo», afirma. A un par de cuadras de distancia, las ramas y raíces de los árboles muertos salpican otro terreno que está siendo despejado para despejando para ser urbanizado, el nombre de la calle, Live Oak Street (Calle del Roble), es un chiste irónico. La calle contrasta con las que la rodean, donde Pettitt y sus vecinos de toda la vida viven en compactos antiguos bungalows y en casas estrechas a la sombra de enormes robles.  

Ed Pettitt, presidente del Club Rotario de Houston Skyline y estudiante de doctorado en planificación urbana y política ambiental, está creando conciencia y, a través de Rotary, trabaja para abordar los problemas causados por las islas de calor.

Según el grupo de investigación independiente Climate Central, Houston es la cuarta ciudad estadounidense con el efecto isla de calor urbano más intenso. Un aspecto preocupante del problema es que las diferencias dentro de las ciudades, que van de calurosas a muy calurosas, están estrechamente relacionadas con los ingresos y la raza de sus habitantes. Las comunidades en las que residen personas de color y bajos ingresos suelen estar situadas en zonas de las ciudades con pocos parques y abundantes zonas con alta densidad de viviendas e industrias contaminantes. 

Pettitt, asistente de investigación de posgrado en el Centro Bullard para la Justicia Ambiental y Climática de la Universidad del Sur de Texas, se ha dedicado a informar al público sobre las islas de calor y, a través de Rotary, trabaja para tratar de reducir las temperaturas. «El problema del calor en Houston es un problema para todos», asegura Pettitt. «Al abordar las islas de calor urbanas, daremos un paso decisivo hacia un futuro más fresco y equitativo para nuestra ciudad».

El año pasado se batieron récords: Fue, con diferencia, el más caluroso del planeta desde que se empezaron a recopilar datos a mediados del siglo XIX, y probablemente el más caluroso en más de 100 000 años, a juzgar por los anillos de los árboles y las muestras de hielo. El principal causante del aumento de las temperaturas es la acumulación de gases que atrapan el calor liberados por la quema de combustibles fósiles.  

Si bien muchas personas consideran el calor como algo molesto, se trata de la principal causa de muertes relacionadas con el clima en Estados Unidos. Las altas temperaturas pueden provocar agotamiento e insolación. Pueden contribuir a infartos y accidentes cerebrovasculares y empeorar otros problemas de salud.  

«Se le conoce como el asesino silencioso porque la gente no se da cuenta de que se puede morir a causa de él. Y en realidad no es tan difícil, para ser francos», afirma Victoria Ludwig, especialista en clima de la Oficina de Revitalización Comunitaria de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos. 

El vecindario de Gulfton, que según un estudio realizado en 2020 registraba temperaturas 9 grados más cálidas que otras zonas de Houston.

En las islas de calor urbanas, esos riesgos se combinan con otras vulnerabilidades, especialmente en las zonas de bajos ingresos. Es posible que las personas no puedan permitirse el aire acondicionado. Si viven en casas de alquiler, puede que sus caseros no estén obligados a proporcionarles remedios contra el calor, o si tienen asma, la mala calidad del aire puede desencadenar ataques y el calor puede exacerbar los síntomas.

El calor ha afectado la salud de Trinity Pasco-Stardust, residente del Third Ward de Houston. Padece esclerosis múltiple, y el calor empeora sus síntomas, provocándole incluso convulsiones. «Este verano ha sido muy duro», afirma. En julio y agosto, el intenso calor la obligó todos los días a tomar decisiones que alteraban sus planes. «No podía salir», asegura.  

Para Pasco-Stardust, fue demoledor enterarse de que vive en una isla de calor urbana, algo más que sumar a los demás problemas e injusticias a los que debe enfrentarse. Ella explica que gran parte de su vecindario es un desierto alimentario. No hay bancos a los que pueda acceder fácilmente. Y la gentrificación ha hecho subir los precios, lo que complica encontrar un peluquero que pueda permitirse para ella y sus tres hijos. «Tengo la constante sensación de que necesito luchar conseguir cualquier cosa», confiesa.  

Cada vez más ciudades abordan el calor como un problema de justicia medioambiental, centrando sus esfuerzos en reducir sus efectos en las comunidades de color con bajos ingresos. Ciudades de todo el mundo y de EE. UU., como Phoenix, incluso han nombrado responsables de la lucha contra el calor. «Hemos cartografiado toda nuestra ciudad, incluidas las islas de calor, para ayudarnos a tomar decisiones inteligentes en materia de infraestructuras públicas», explica Kate Gallego, alcaldesa de Phoenix. El año pasado, su ciudad batió récords locales con temperaturas que superaron los 43 grados durante 31 días seguidos.  

Para refrescar las calurosas calles, Phoenix ha puesto en marcha el mayor programa de «pavimento fresco» del país, que incluye el recubrimiento de más de 160 km de calles de la ciudad con un sellador de color claro que refleja mejor la luz solar y absorbe menos calor, manteniendo las superficies entre 5 y 6 grados más frescas. Gallego afirma que la ciudad también está plantando más árboles, sobre todo en los barrios de rentas más bajas y en zonas de mucho tránsito peatonal, como los alrededores de colegios y bibliotecas.   

También en Houston, durante décadas centro de la industria del petróleo y el gas, los residentes, el gobierno de la ciudad y los socios de Rotary adoptan medidas para hacer frente al calor y la resiliencia climática. 

En el Third Ward de Houston crecieron Beyoncé y George Floyd, cuyo asesinato en 2020 bajo custodia policial en Minneapolis desencadenó un movimiento de justicia social. También es donde, en la década de 1960, un grupo de estudiantes universitarios negros se convirtieron en parte del Movimiento por los Derechos Civiles cuando protestaron en un comedor contra la segregación. Allí se encuentra el Parque de la Emancipación, que los antiguos esclavos compraron hace más de 150 años para celebrar su libertad, y también Cuney Homes, el complejo de viviendas públicas más antiguo de Houston.

Terrenos en los que se han talado árboles para construir nuevas viviendas en el Third Ward de Houston.

Pettitt se trasladó a la zona hace 13 años tras regresar a EE. UU. desde Botsuana, donde sirvió en el Cuerpo de Paz. Le encantó el vecindario. Pero también vio las dificultades a las que se enfrentaban sus vecinos. Alrededor de un tercio de las familias viven por debajo del nivel federal de pobreza. Además, los residentes no tienen fácil acceso a servicios que se dan por descontados en barrios más ricos, como extensos parques con amplia sombra o comida sana.  

 

La arquitecta Donna Kacmar diseña viviendas sostenibles en Houston.

En su primer año viviendo allí, Pettitt se matriculó en un programa de posgrado de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Texas. «Me di cuenta de que muchos de los problemas de salud pública que observaba estaban relacionados con desigualdades en el entorno urbano y natural, como el acceso limitado de los residentes a la red de senderos y vías verdes de la ciudad», afirma.  

Fue alrededor de 2020 cuando Pettitt empezó a prestar atención a la idea de las islas de calor. Ese fue el año en que llegó a Houston un enorme proyecto federal de mapeo térmico dirigido por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. En un caluroso día de agosto, el proyecto de ciencia ciudadana, que ha cartografiado docenas de ciudades estadounidenses, envió a voluntarios a recorrer 828 kilómetros cuadrados para registrar las temperaturas. En una zona cercana al barrio suroccidental de Gulfton, dominado por grandes complejos de apartamentos, se alcanzaron los 39,6 grados, mientras que en un punto de Channelview, un modesto suburbio de casas unifamiliares con numerosos cursos de agua, se registraron unos más soportables 30,1 grados, una asombrosa diferencia de 9,5 grados.  

Pettitt decidió continuar su doctorado en planificación urbana y política ambiental, estudiando los efectos del calor, los espacios verdes y las cuestiones de equidad energética.  

Cuando la Convención de Convención de Rotary International llegó a Houston en junio de 2022, en pleno verano, Pettitt y otros socios de Rotary locales vieron la oportunidad de compartir sus iniciativas sobre el medioambiente y el calor. Ellos ofrecieron a los asistentes la oportunidad de compensar las emisiones de carbono de sus viajes donando dinero para la plantación de árboles en una zona especialmente calurosa del Columbia Tap Trail de Houston, una antigua ruta ferroviaria reconvertida en 2009 en sendero para peatones y ciclistas. 

Hablaron con reporteros de la televisión local. Además, Pettitt encabezó el diseño de un modelo térmico en 3D de Houston, construido por la organización sin ánimo de lucro TXRX Labs y financiado por los clubes rotarios del Distrito 5890 y la Comisión Organizadora Anfitriona de la Convención. Proyectaron luces de colores sobre 68 edificios y sus alrededores, lo que facilitó distinguir los puntos calientes de las zonas más frías. «Nuestra misión se extiende más allá de las fronteras de Houston», explica Pettitt. «Esperamos animar a los clubes rotarios de todo el mundo a adoptar iniciativas medioambientales y dar prioridad a la salud de sus comunidades».

Ed Pettitt encabezó el diseño de un modelo térmico en 3D de Houston que ahora se expone en el Centro de Recursos para la Construcción Ecológica de Houston.

El Green Building Resource Center (Centro de Recursos para la Construcción Ecológica) de Houston está escondido en un rincón del centro al que deben acudir constructores y empresas para obtener licencias y permisos. El centro parece un museo interactivo para niños, rebosante de atractivos expositores sobre inodoros de bajo consumo de agua, datos sobre reciclaje, fotos de plantas con bajo consumo de agua y árboles resistentes a la sequía, y opciones de elementos de diseño como suelos reciclados y adoquines permeables. «Es como la Disneylandia de las tecnologías de construcción innovadoras», afirma Pettitt con una sonrisa. 

Steve Stelzer, director de programas del Centro de Recursos para la Construcción Ecológica.

Aunque el centro abrió sus puertas en 2009, Steve Stelzer, director del programa, afirma que durante años nadie prestó demasiada atención a su labor. Pero en 2017, el huracán Harvey llegó a Houston y provocó las peores inundaciones de la historia de la ciudad, llegando a registrarse en dos días más 609 litros por metro cuadrado en algunas partes de la ciudad.

El entonces alcalde Sylvester Turner lanzó planes de resiliencia climática que destacaban la necesidad de que Houston abordara las islas de calor, incluida la plantación de árboles, con un objetivo de sumar 4,6 millones de nuevos árboles nativos para el año 2030, dando prioridad a los barrios desatendidos. Los planes hacen hincapié en la necesidad de proteger a las comunidades vulnerables y, para empezar, abogan por tejados de colores claros y verdes, pavimentos de colores más claros y más vegetación. 

El pasado mes de julio, el Centro de Recursos para la Construcción Ecológica añadió un nuevo expositor: ahora es allí donde se expone de manera permanente el modelo de isla de calor que se presentó en la Convención de Rotary. El modelo está rodeado de carteles sobre las causas de los puntos calientes: zonas con un diseño homogéneo de edificios, amplias superficies de estacionamiento, poca vegetación y carreteras y autopistas.  

Además, se ofrecen sugerencias sobre cómo establecer corredores frescos. «Eso es exactamente lo que quiero que haga Rotary», explica Pettitt. Imagina el Columbia Tap Trail como un parque lineal, sombreado por árboles y estructuras en todo su recorrido de 6,5 kilómetros. «Ahora hay personas mayores que utilizan ese sendero para ir a la tienda de la esquina o a la lavandería y hace un calor abrasador, pero, si se hace bien, tiene un gran potencial para convertirse en un corredor fresco.»

El Discovery Green de Houston es un oasis de frescor. Dos enormes estacionamientos se transformaron en un exuberante parque urbano de 48 500 metros cuadrados, con árboles de sombra, un parque acuático, un espacio para espectáculos y un estanque.

El verano pasado, paseando por su barrio, Pettitt vio algo que le hizo detenerse en seco. Se estaban construyendo dos casas. Pero esta vez, los equipos de trabajo no talaban los árboles, sino que se preocupaban por salvarlos. «Me sorprendió mucho», asegura Pettitt.  

La arquitecta que diseñó las casas, Donna Kacmar, es conocida por su enfoque en el medioambiente y el uso de materiales sostenibles. Sin embargo, dice que, en última instancia, la decisión de salvar la vegetación recae en el dueño de la propiedad, en este caso, una mujer que creció allí y ama los árboles. «Los árboles ayudan a todo el mundo», señala Kacmar. «Mantienen la casa fresca. Son bonitos de ver. Mantienen la calle fresca». 

Dondequiera que mires en Houston, se está emprendido algún tipo de iniciativa dirigida a la sostenibilidad. Discovery Green, que abrió sus puertas en 2008, es una de las primeras historias de éxito: Dos enormes estacionamientos se transformaron en un exuberante parque urbano de 48 500 metros cuadrados, con árboles de sombra, un parque acuático, un espacio para espectáculos y un estanque. A un kilómetro y medio está Post Houston, una nueva y gigantesca oficina de correos convertida en pabellón de alimentación, espacio para oficinas y lugar de ocio con un parque de 2500 metros cuadrados en la azotea y una granja ecológica. Greentown Labs, considerada la mayor incubadora de empresas de tecnología climática de Norteamérica, se instaló en Houston en 2021. Todos los edificios municipales funcionan ahora con energías renovables. Y, en una ciudad volcada en el automóvil, los carriles bici superan ya los 643 kilómetros.  

En beneficio de su comunidad del Third Ward, Pettitt se siente impulsado a sumarse a estos cambios, y espera inspirar a otros clubes rotarios a hacer lo mismo. «Nuestro mensaje a los demás clubes rotarios es claro: Plantar árboles no es solo cuestión de proporcionar sombra», afirma. «Se trata de crear un futuro más equitativo y sostenible para todos».

Esta es una versión abreviada de un artículo publicado originalmente en el número de abril de 2024 de la revista Rotary.

Los miembros del Grupo de Acción de Rotary de Sostenibilidad Ambiental pueden ayudar a tu club o distrito a planificar proyectos y dar a conocer sus iniciativas.


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