Socios de Rotary vuelan alrededor del mundo para recaudar fondos para la erradicación de la polio
El vuelo de John Ockenfels y Peter Teahen para luchar contra la polio circunnavegó el planeta en tres meses. Conseguir que su monomotor Cessna 210 despegara les llevó tres años.
En 2018 se plantaron las semillas de esa altruista excursión aérea, cuando Teahen, piloto desde 1972, se preguntó si podría volar con su avión alrededor del mundo. Abordó el tema con su mujer, Janet. Ella animó a su marido, socio del Club Rotario de Cedar Rapids West, Iowa (EE. UU.), a que estudiara la posibilidad, con la total seguridad (o eso sospechaba Teahen) de que pronto perdería el interés en esta aventura.
Para sorpresa de Janet, su marido siguió adelante con la idea y, tras varios meses de minucioso estudio, llegó a la conclusión de que el vuelo era factible. Janet intentó un enfoque diferente: «No puedes ir», insistió, «a menos que encuentres a alguien tan loco como tú que te acompañe».
Lo que, nuevamente para su sorpresa, Teahen hizo. Janet tenía un primo, John Ockenfels, del que Teahen solo sabía dos cosas: Ockenfels era socio del Club Rotario de Iowa City A.M., Iowa (EE. UU.), fue gobernador de distrito y poseía tres aviones, lo que, en opinión de Teahen, ya lo calificaba de loco.
Los dos hombres se reunieron y hablaron largo y tendido sobre el plan de Teahen de dar la vuelta al mundo en avión. Al final de su conversación, Teahen (según cuenta Ockenfels) «lo mira y le dice: 'podrías ir conmigo si quieres'».
«El niño que llevaba dentro saltaba y hacía el baile de la caricatura Snoopy, diciendo: 'Oh, esto sería espectacular'», recuerda Ockenfels. «Pero al ser un tipo mayor que ha visto unas cuantas cosas en la vida, sabía lo que implicaría una aventura como esta. Así que dije: 'Ya te llamaré'». Además, antes de comprometerse a hacer el vuelo, Ockenfels debía hablar con su mujer, Deb.
Pasaron varias semanas. Para entonces, Ockenfels había decidido emprender el vuelo, pero aun no le había dicho nada a Deb. Así fue hasta que una mañana Janet Teahen llegó inesperadamente al restaurante donde Ockenfels y su esposa se disponían a desayunar. «En los 10 minutos siguientes, mi mujer se enteró de todo sobre el viaje», explica Ockenfels. «Ella nos apoyó mucho desde el principio. De hecho, nuestros cónyuges nos han apoyado mucho desde que decidimos emprender este viaje».
Cuando los dos hombres crearon sus planes, añadieron al viaje un componente de recaudación de fondos. «Las obras humanitarias y benéficas son una parte importante de nuestras vidas», afirma Teahen. «Así que decidimos emprender el vuelo para erradicar la polio». Para fomentar las donaciones, dejaron claro desde el principio que ellos cubrirían los costos del viaje (que al final costó unos 100 000 dólares). Todo el dinero recaudado para acabar con la polio iría directamente a La Fundación Rotaria, donde cada dólar donado sería equiparado por una contribución de dos dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates.
Con los planes listos, Teahen y Ockenfels programaron su partida para marzo de 2020. «Estábamos a 10 días de despegar», señala Teahen, «cuando la COVID cerró el mundo». Suponiendo, como tantos otros, que todo volvería pronto a la normalidad, reprogramaron su partida para meses después y luego para 2021.
Cuando parecía que finalmente podrían despegar en 2022, Rusia invadió Ucrania. Los hombres habían planeado seguir la ruta habitual del norte alrededor del mundo, que les habría llevado sobre Rusia. Ahora, no pudiendo sobrevolar el espacio aéreo ruso, decidieron intentar la ruta meridional, más difícil, que habían rechazado inicialmente. «Era demasiado peligroso, era demasiado largo, era imposible conseguir combustible, era un vuelo imposible», apunta Ockenfels. Sin embargo, este fue el vuelo que él y Teahen decidieron emprender.
Originalmente tenían la intención de pilotar el avión Piper Lance de Teahen. «Abordamos este tema», dice Ockenfels, «y estuvimos de acuerdo en que necesitábamos un avión más grande y mejor», el Cessna 210. Para permitirse el nuevo avión, Teahen vendió su Piper y Ockenfels vendió uno de sus aviones. Pasaron los meses siguientes modificando el Cessna para que estuviera mejor equipado para realizar el vuelo. Entre otros detalles logísticos, se encargaron de que el combustible estuviera listo allí donde lo necesitaran.
El 5 de mayo, en Cedar Rapids, Teahen y Ockenfels anunciaron que, con los fondos paralelos de la Fundación Gates, ya habían recaudado un millón de dólares para la erradicación de la polio. Y entonces los dos hombres subieron al Cessna -denominado N732WP-, se elevaron en el aire y se dirigieron hacia el este en su loco e improbable viaje. «John cumplió 71 años en este viaje, y yo 70», anuncia Teahen. «Somos viejos, pero seguimos siendo salvajes».
Durante las 12 semanas siguientes, el N732WP haría 37 escalas en 19 países. Habría momentos difíciles -Ockenfels pasó varios días volando solo mientras Teahen se recuperaba en el hospital de una desagradable dolencia intestinal- y tensos: un fallo eléctrico sobre el Pacífico (que se reparó tras un vuelo de 90 minutos de regreso a Brisbane, Australia) y un encuentro con un escuadrón de soldados armados cuando el avión llegó a Karachi, Pakistán. «Miré a Peter y me pregunté: ¿levantamos las manos o saludamos?», recuerda Ockenfels. «Resultó que tenían tanta curiosidad por ver el avión como los demás».
Más tarde, en Karachi, los dos hombres asistieron a una rueda de prensa. «Uno de los reporteros le hizo una pregunta a Peter», recuerda Ockenfels. «'¿Todavía tiene esperanzas de que pronto acabemos con la polio en esta zona?'».
Teahen hizo una pausa y respondió: "No, no tengo esperanzas de que vayamos a acabar con la polio. Sino que, estoy seguro de que vamos a acabar con la polio. Y de eso tenemos que empezar a hablar». El 30 de julio, tras recorrer unos 42 000 kilómetros, Teahen y Ockenfels aterrizaron sin contratiempos en el aeropuerto Eastern Iowa de Cedar Rapids. A lo largo de su vuelo, participaron en otras 24 actividades de recaudación de fondos (aún no se ha contabilizado el dinero recaudado). Ahora, de vuelta en Iowa, fueron recibidos con un jubiloso desayuno de panqueques, aunque Teahen ya se había reunido con su esposa varios días antes, cuando el N732WP llegó a California.
«Salí del avión y mis amigos rotarios me mantuvieron distraído», recuerda Teahen. «Me di la vuelta y ahí estaba Janet. Nos sentamos allí y ella no paraba de sollozar. Y yo también porque nos echábamos mucho de menos. Nuestro objetivo número uno era volver vivos a casa con nuestras familias. Y eso es lo que hicimos».
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Octubre de 2023